Opinión

José Manuel Murgoitio

El impacto de la acción educativa de la Iglesia

12 de junio de 2018

El pasado 28 de mayo, la Oficina de Transparencia de la Conferencia Episcopal Española dio a conocer los datos recogidos sobre la actividad en el ámbito educativo de la Iglesia católica en España. Igualmente y al mismo tiempo, se presentó el estudio de impacto socioeconómico de esta actividad educativa que ha realizado la consultora PwC.
Se trata de unos datos que hemos de poner en valor. Sobre todo en los momentos actuales, en los que por algunos sectores se cuestiona la labor de la Iglesia en el mundo de la educación y se pretende deslegitimar la presencia de la escuela católica entre los distintos agentes que intervienen en la política educativa.
La educación católica es un don de Dios a su Iglesia. Pero para los católicos, miembros de la sociedad española, la escuela católica, instrumento privilegiado para la educación integral de la persona humana, constituye la contribución de aquella al bien común de nuestra sociedad. Una contribución consistente en hacer efectivo el principio de pluralidad escolar como elemento indispensable para una educación en y desde la libertad.
Es verdad que la acción educativa de la Iglesia, a través de la escuela católica, va mucho más allá que la mera puesta en escena de un conjunto de puestos escolares en concurrencia con la escuela de titularidad estatal. Pero no es menos cierto que el esfuerzo que la sociedad en su conjunto efectúa a través de la financiación de la enseñanza, especialmente por medio de los conciertos educativos y que permite a las familias ejercer sus derechos en plenitud, no es a fondo perdido.
No hay que olvidar que el esfuerzo económico del Estado para con la concertación de la enseñanza agota su finalidad en la financiación de la misma, posibilitando realmente el acceso de todos a la educación en pie de igualdad. Esto es lo realmente importante. Pero dicho esto, no es menos cierto que el esfuerzo revierte en la propia sociedad. No sólo por el aporte que puede dar a la educación y al diálogo intercultural en su seno, sino también por lo económico.
El estudio elaborado por la consultora PwC concluye que en 2016 se invirtieron en los centros de estudios de orientación católica en España 4.866 millones de euros y que la sociedad recibirá en valor actual un retorno de la inversión calculado en 19.735 millones de euros. Esto supone que la inversión en educación de orientación católica se multiplica por cuatro cuando se calcula su retorno a la sociedad.
En suma, podemos afirmar que por cada euro que se invierte en la educación de orientación católica la sociedad recibe 4,1 euros. Sería injusto echar estos datos en saco roto sino que deben ser puestos necesariamente en valor, sin olvidar la razón última que justifica la acción educativa de la Iglesia.

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