Domingo de la Palabra y Jubileo

Carlos Escribano Subías
23 de enero de 2025

Este domingo es el Domingo de la Palabra de Dios. Esta Jornada fue instituida por el Papa Francisco hace seis años: «Establezco que el III domingo del tiempo ordinario esté dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios» (Aperuit illis, n. 3). La iniciativa tiene como objetivo dedicar un domingo al año a la mayor valoración de la Sagrada Escritura. En esta ocasión el Papa Francisco ha elegido como lema las palabras del Salmista: “Espero en tu Palabra” (Sal 119,74). Esa expresión recogida en el salmo 119 nos remite a la Torá (la ley) que es Palabra de Dios que llama al corazón humano y desea una respuesta, que invoca una escucha que se convierte en obediencia confiada y creativa, en amor dinámico y generoso. Por tanto, el Sal 119 celebra la vivacidad, la belleza, la fuerza consoladora y la potencia salvadora de la Palabra de Dios, que es el secreto de una existencia feliz y la puerta de entrada a la auténtica bienaventuranza.

Se trata de un grito de esperanza: el hombre, en el momento de angustia, de la tribulación, del sin sentido, grita a Dios y pone toda su esperanza en Él. Muchos de los salmos están impregnados de confianza, como expresión vital de la experiencia religiosa y dinámica de las relaciones interpersonales, y se llaman salmos de confianza porque contienen verbos como «refugiarse», «confiar», «esperar». Pero la confianza es la “atmósfera” de todos los Salmos porque la base de estas composiciones es la convicción de que la confianza en Dios hace palidecer cualquier otra certeza y apoyo. El orante que ha experimentado desilusión en los caminos de la autosalvación y en la confianza en los medios y apoyos humanos, al «alzar los ojos a los montes» (cf. Sal 121,1), ha descubierto el ancla de la confianza, Dios mismo.

Contemplando la enseñanza contenida en la Palabra, también para este Jubileo en el que somos enviados a ser “peregrinos de esperanza”, nos sentimos animados a acogerla a lo largo de todo el año, pero de un modo especial en esta Jornada. Por eso, para vivir este Domingo de la Palabra, es bueno hacer evidente a la asamblea, que se reúne para celebrar la Eucaristía, el valor que tiene la Palabra de Dios. Recuerda, por eso, el Papa varios modos de hacerlo: entronizar la Palabra; destacar con especial énfasis su proclamación; adaptar la homilía al valor y significado del servicio de la Palabra; seguir formando a los fieles para que la lean y la conozcan. Es un día especial para animar a la comunidad a su lectura, profundización y oración en la vida diaria y, en especial, en la lectio divina, que hay que practicar para así gustar la Palabra del Señor. En efecto, sabemos bien que escuchar, compartir, vivir y anunciar la Palabra de Dios no es una tarea de un solo día, sino de toda nuestra vida; por todo ello damos a gracias a Dios por poder celebrar este día en torno a la Palabra de Dios.

Hagamos nuestro ese versículo: “espero en tu palabra”. Que esas palabras resuenen en nuestra vida e iluminen de verdad nuestro caminar como peregrinos de esperanza.

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