Un café con Jesús. Flash sobre el Evangelio del III domingo del T. O. – C – (26/01/2025)
El párroco nos ha recordado que hoy celebramos el “domingo de la Palabra de Dios”, una iniciativa del papa Francisco para resaltar la importancia que tiene la Palabra en nuestras celebraciones, y nos ha pedido que pongamos toda la atención en el evangelio de este domingo (Lc 1, 1-4; 4, 14-21). Pero, a mi corto entender, la Palabra de Dios impregna cualquier celebración litúrgica…
– Efectivamente -me ha dicho Jesús al comentarle mis pensamientos-. Por eso mismo no es inútil que alguna vez se os recuerde que lo que se proclama en la celebración eucarística es, ni más ni menos, “palabra” del Padre, no cualquier otra cosa.
– ¿Quieres decir que no siempre la escuchamos con el respeto y atención que se merece?
– ¿Qué te parece? -ha reaccionado, dejándome con la respuesta en la boca al añadir, después de tomar un sorbo de café-: cuando el Espíritu os habla por boca de los profetas o de mi evangelio, ¿no merecería al menos tanta atención como la que prestáis a vuestros móviles?
– «Mea culpa»-he confesado avergonzado-. Alguna vez he aprovechado el momento de las lecturas para ver si tenía algún mensaje en el móvil o para buscar las moniciones que debía leer…
– Pues lo que el papa Francisco pretende con el domingo de la Palabra es que escuchéis y, sobre todo, que agradezcáis la Palabra que el Padre os dice. Hoy, sin ir más lejos, el evangelio os ha recordado que cuando yo hice la lectura del profeta Isaías en la sinagoga de Nazaret todos tenían los ojos fijos en mí. Así tendríais que escuchar la Palabra: con los ojos y los oídos bien abiertos…
– Pero en Nazaret tú les dijiste que el Espíritu te había enviado «para dar una buena noticia a los pobres y para anunciar un año de gracia…», y esto les resultó muy atractivo -he replicado-.
– La Palabra siempre es atractiva -me ha recordado-. ¿Acaso no te parece atractivo este Año Jubilar convocado el Papa? Ahí tienes el “año de gracia” que yo anuncié en Nazaret…
– Mucho me temo que el Año Santo atraiga más por la posibilidad de hacer un viaje a Roma que por beneficiarse con la gracia jubilar -le he dicho sin levantar la vista de nuestros cafés-.
– Pues sería una pena, porque no hace falta ir a Roma para alcanzar este “año de gracia”. En cada diócesis se han establecido lugares de peregrinación para vivir el arrepentimiento, obtener el perdón y sanar las heridas que las culpas dejan marcadas en el alma: en esto consiste la gracia jubilar. Los Años Jubilares eran práctica arraigada en el Antiguo Testamento. En ellos se restablecía la paz, se condonaban las deudas de los pobres y el perdón hacía la vida soportable; eran en verdad un “año de gracia”. Esto es lo que el papa Francisco pretende con este Año Santo Jubilar bajo el lema: «peregrinos de esperanza». -me ha dicho después de apurar su café, pero le he interrumpido diciendo-:
– He leído que el Papa ha pedido que en este Año se condone la deuda de los países pobres, se cree un fondo de lucha contra el hambre y contra el cambio climático con un porcentaje de las inversiones en armamento, se respete la vida humana en todo su proceso natural y se elimine la pena de muerte. Pero temo que sus peticiones terminen siendo un brindis al sol…
– Serán un brindis al sol si cada uno de vosotros no os aplicáis a poner en marcha las pequeñas acciones que están a vuestro alcance para que la paz arraigue en vuestra familia, en vuestro pueblo y entre cada uno de vosotros… ¿Entiendes lo que te quiero decir?
– Mentiría si te dijera que no lo entiendo -he dicho sonriendo y mirando al reloj-.
2 respuestas
Yo leería este artículo mil veces más. Me ha abierto la mente y el corazón para entender que este Año Sanato Jubilar es un regalo de Dios para encarnar la Palabra de Dios, para hacer vida el Evangelio, para ver en el rostro del hermano más vulnerable el rostro de Jesús.
Gracias por sus catequesis, son de mucho provecho y alimento espiritual para mi persona. Que Dios los bendiga!
Agradezco su comentario que me ayuda a seguir ofreciendo estás reflexiones.