Domingo de la Palabra de Dios. Carta del obispo de Tarazona, domingo 26 de enero

Marta Latorre
24 de enero de 2025

Desde hace seis años, este tercer domingo del tiempo ordinario se celebra, por deseo del Papa Francisco, el Domingo de la Palabra de Dios. Su finalidad es ayudar a potenciar la importancia de la Palabra en nuestra vida de creyente.

La Palabra de Dios es alimento para nuestra fe, es guía para descubrir la voluntad de Dios en nuestras vidas, fuente de santidad, base y fundamento para nuestra oración. Sin la escucha y meditación de la Palabra de Dios, nuestra vida cristiana se desvanece y muere.

El lema de este año está tomado el salmo 119, “He esperado en tu palabra” En plena conexión con el año jubilar que nos llama a ser “peregrinos de esperanza”.

Las personas nos comunicamos a través de la palabra y, sólo con las personas que queremos, hablamos de temas importantes, de cosas personales, íntimas. Dios lo ha hecho con nosotros, al entregarnos a su Hijo hecho Palabra, está manifestando su amor pleno y confiado en nosotros. Así lo recoge el Evangelio de Juan “tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). Con claridad nos dice el Concilio Vaticano II “En los libros sagrados, el Padre que está en los cielos se dirige con amor a sus hijos y habla con ellos; y hay tal fuerza y eficacia en la palabra de Dios, que constituye el sustento y vigor de la Iglesia” (DV 21).

Podemos fijarnos en algunas características de la Palabra, siguiendo el Evangelio.

– Nos salva como lo confesó el centurión ante la disponibilidad de Jesús para acudir a su casa a curar a su criado, “Basta una palabra tuya y mi creado quedará sano” (Mt 8, 8). Es deseo de Jesús que todos se salven, para ello envía a sus discípulos hasta los confines de la tierra para que escuchen su Palabra, crean en ella y se salven, “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16, 15)

Es alimento para nuestras vidas y fuente de santidad porque nos ayuda a rechazar la tentación, “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4). Por eso dirá Jesús “mi alimento es hacer la voluntad del Padre” (Jn, 4, 34).

Es fuente de vida, como lo confesó Pedro a Jesús en nombre de los apóstoles después de que todos le abandonaran, “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6, 68).

– Nos concretará, Jesús, que para que la palabra nos dé vida no basta con escucharla, sino que hay que cumplirla, “el que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece al hombre prudente que edificó su casa sobre roca” (Mt 7, 24)

Amemos mucho la palabra de Dios, sintamosla como algo fundamental en nuestra vida cristiana. Ojalá cada día leamos un poco el evangelio, que enseñemos a los niños y jóvenes a hacer de la Palabra de Dios una referencia para su vida.

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