Ningún gran deportista nace con tanto talento como para ganar todas las pruebas deportivas en las que participó. Desde su infancia pierde decenas de veces, falla miles de tiros a canasta, se tropieza lanzando un penalti o placa al jugador equivocado. Todos fracasaran en infinidad de ocasiones, así como el buen estudiante suspende exámenes, el buen arquitecto se equivoca en sus cálculos y al buen conductor le han quitado alguna vez alguno de sus puntos del carnet.
La derrota es sana y necesaria, es una experiencia mucho más enriquecedora que la victoria. Invita más a la reflexión para mejorar. Por eso es necesario perder tantas veces y de tantas formas como sea necesario. Dado que cada derrota es diferente, por lo que te ofrece un nuevo aprendizaje desde otra perspectiva. Es necesario inculcar este carácter constructivo de la derrota, la cual nos puede aportar, si nuestra actitud nos acompaña, un proceso de aprendizaje que nos lleve a una próxima experiencia más enriquecedora.
«Cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender» Charles Dickens
Asumir las consecuencias de nuestros errores nos hace más conscientes y responsables de nuestros actos, pues el verdadero error no es el fracaso, sino evitarlo, evitar sus consecuencias o, lo que es aún peor, evitar el aprendizaje que nos brinda.
Necesitamos perder tantas veces y de tantas formas como sea necesario.
Erremos sin miedo y aprendamos sin cesar, pues ganar es siempre: ser mejor que ayer.
