«Dar razón de la esperanza en tiempos de incertidumbre» es el título del nuevo Cuaderno de Cristianisme i Justícia, escrito por F. Javier Vitoria.
En un mundo marcado por la incertidumbre y la crisis de expectativas, la esperanza cristiana emerge como un faro de luz en medio de la oscuridad. A lo largo de la historia, la humanidad ha oscilado entre visiones optimistas del futuro y percepciones apocalípticas que amenazan con desdibujar la promesa de un mañana mejor. Este artículo explora cómo la esperanza cristiana se redefine en el contexto contemporáneo, enfrentando los desafíos de la posmodernidad y la insostenibilidad.
El Cambio de Paradigma: De la Utopía al Apocalipsis
Durante gran parte del siglo XX, la Iglesia y la sociedad en general se sintieron atraídas por la utopía del progreso incesante. La esperanza se entendía como «una compañera de camino, un impulso hacia un futuro lleno de promesas». Sin embargo, en las últimas décadas, hemos sido testigos de un cambio radical en esta narrativa. La esperanza ha sido reemplazada por un sentimiento apocalíptico que, aunque comprensible, ha debilitado la virtud teologal de la esperanza. Este cambio ha llevado a «una desconfianza generalizada en la posibilidad de un futuro mejor», generando un ambiente de miedo y ansiedad que permea nuestras comunidades.
La Insostenibilidad y sus Consecuencias
El tiempo actual se caracteriza por «una insostenibilidad palpable», donde las crisis ambientales, sociales y económicas amenazan la dignidad humana. La incertidumbre apocalíptica ha creado un estado de parálisis en la acción colectiva, donde las personas se sienten abrumadas y, a menudo, incapaces de actuar. Este contexto desafiante resalta la necesidad de «una esperanza que no se base en el optimismo ciego, sino en una confianza profunda en la promesa de Dios».
Esperanza Cristiana: Un Compromiso Activo
La esperanza cristiana se distingue por su capacidad de «enfrentar la realidad del sufrimiento y la lucha». No se trata de una ilusión, sino de «un compromiso activo con lo que es posible a través de la promesa divina». La frase «la esperanza es apasionamiento por lo posibilitado por la promesa» encapsula esta idea, sugiriendo que la esperanza implica una dedicación y energía hacia la realización de un futuro que, aunque incierto, está fundamentado en la fe.
La Resurrección como Fuente de Justicia
En el centro de la esperanza cristiana se encuentra la vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Este evento no solo representa «la salvación personal», sino que también implica «la restauración de la dignidad y la justicia para todos, especialmente para los oprimidos». La resurrección se convierte en un símbolo de esperanza que trasciende el sufrimiento, ofreciendo «una visión de un futuro donde la justicia y la dignidad son restauradas».
El Futuro como Marco de Esperanza
El futuro juega un papel crucial en la recuperación de la esperanza cristiana. Proporciona «un marco para entender el presente» y motiva a las comunidades a trabajar hacia un futuro mejor. En este sentido, la esperanza cristiana no es «una negación de la realidad dolorosa», sino «una afirmación de que, a través de la lucha y el sufrimiento, puede surgir una nueva vida».
Conclusión: La Esperanza Crucificada
Vivir una esperanza crucificada implica reconocer que «la esperanza cristiana está entrelazada con el sufrimiento y la lucha». En un mundo que a menudo parece sombrío, esta esperanza nos invita a «encontrar significado y propósito incluso en las dificultades». Al confiar en que hay un futuro mejor, a pesar de los desafíos, la esperanza cristiana se convierte en «un motor de transformación, tanto personal como comunitaria».
En tiempos de incertidumbre, la esperanza cristiana nos llama a ser «agentes de cambio», a actuar con valentía y a mantener viva la promesa de un futuro lleno de posibilidades. En este camino, la fe se convierte en «la luz que guía nuestros pasos», recordándonos que, aunque el presente pueda ser difícil, el futuro está lleno de promesas divinas que esperan ser cumplidas.
AUTOR
F. Javier Vitoria es un presbítero de la diócesis de Bilbao, conocido por su trabajo en el ámbito teológico y su compromiso con la comunidad cristiana. Vive y comparte su fe en la comunidad cristiana de Artxandape, Bilbao. Además, forma parte del Área teológica del centro de estudios Cristianisme i Justícia. Ha sido profesor de teología en la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto y en el Centro Monseñor Romero de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) en San Salvador. También ha sido parte del consejo de redacción de la revista Iglesia Viva, lo que refleja su implicación en el diálogo y la reflexión teológica contemporánea.