Jornada Mundial de los Pobres

Carlos Escribano Subías
15 de noviembre de 2024

Celebramos este domingo la octava Jornada Mundial de los Pobres. Esta iniciativa fue propuesta por el Papa Francisco al concluir el Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Su intención era que toda la comunidad cristiana, a través de acciones concretas, se convierta cada vez más en un signo de la caridad de Cristo hacia los más pequeños y necesitados y sea una oportunidad para tomar conciencia de la presencia de los pobres en nuestro entorno y lejos de él, e intentar comprender sus necesidades.

En su primer mensaje para esta jornada (2017), el Papa Francisco describió los objetivos de esta iniciativa: “Esta Jornada pretende ante todo estimular a los creyentes a reaccionar ante la cultura del descarte y del despilfarro, haciendo suya la cultura del encuentro. Al mismo tiempo, la invitación se dirige a todos, independientemente de su afiliación religiosa, para que se abran a compartir con los pobres en todas las formas de solidaridad, como signo concreto de fraternidad”.

En este año de la oración, a las puertas del Jubileo de 2025, el tema elegido por el Papa para esta Jornada Mundial de los Pobres es: “La oración de los pobres se eleva a Dios” (Eclo 21, 5). Francisco en su mensaje subraya cómo los pobres ocupan un lugar especial en el corazón de Dios. Sus oraciones son escuchadas y Dios, ante su sufrimiento, se “impacienta” hasta que obtiene justicia para ellos.  El Papa observa que es necesario hacer nuestra la oración de los pobres y rezar junto a ellos y nos invita a aceptarla como un desafío y como una acción pastoral que hay que alimentar, porque “la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual” (cfr. Evangelii Gaudium 200). Por lo tanto, nos exhorta a aprender a rezar por los pobres y a hacerlo junto a ellos, con un corazón humilde y con la confianza de que Dios nunca nos abandonará ni nos dejará sin respuesta.

La oración debe ir acompañada de actos de caridad concreta para demostrar su autenticidad. De hecho, la oración y la acción se refieren la una a la otra: si la oración no se traduce en acción concreta, es en vano. Sin embargo, la caridad sin oración podría reducirse a la filantropía, que pronto se agota. La Jornada Mundial de los Pobres es también un momento para dar gracias al Señor por tantas personas que dedican gran parte de su tiempo a escuchar y apoyar a los más necesitados. Estos rostros concretos, con su ejemplo, “dan voz a la respuesta de Dios a la oración de los que se dirigen a Él” (Mensaje VIII Jornada Mundial de los Pobres, 7).

Muchas gracias a todos los que trabajan al servicio de los más pobres y, en especial, a los grupos que componen el área de Acción Caritativa y Social del Arzobispado de Zaragoza por los actos que han organizado esta semana para ayudarnos a orar y vivir esta Jornada. Y gracias a todos ellos por su compromiso constante con los más desfavorecidos y por todas las tareas que con dedicación, profesionalidad y corazón emprenden cada día, para promover la cultura del encuentro.

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