Opinión

Juan Ramón Royo García

Orígenes del Rosario de Cristal de Zaragoza

10 de octubre de 2024

Una de las devociones principales de la Iglesia es el rezo del santo Rosario. Una copla muy conocida recoge la tradición de su fundación por santo Domingo de Guzmán (Viva María, Viva el Rosario, Viva Santo Domingo que lo ha fundado). Como es sabido, su propagación debe mucho a la victoria cristiana contra los turcos en Lepanto (“la más alta ocasión que vieron los siglos”, según Cervantes) el 7 de julio de 1571. En agradecimiento, san Pío V estableció la fiesta de la Virgen de las Victorias el primer domingo de octubre y añadió el título de Auxilio de los Cristianos a las letanías de la Virgen. Su sucesor Gregorio XIII sustituyó el nombre por el de Nª Sª del Rosario (1573). Fue san Pío X quien pasó su celebración al 7 de octubre, aunque en muchos pueblos se sigue celebrando conforme a la tradición anterior

Actualmente, una de sus expresiones más vivas es el Rosario de Cristal que sale cada 13 de octubre por las calles de la ciudad, como en la madrugada del día anterior sale el rosario de la Aurora desde la parroquia de San Pablo. Ambas celebraciones están relacionadas y se remontan  al auge de esta práctica en Zaragoza a partir de 1756, según los datos que aportan los registros de Decretos del Vicariato General existentes en el Archivo Diocesano de Zaragoza: El año clave en el auge del Rosario de la Aurora en Zaragoza fue 1756. 

  • La víspera de la Ascensión salió el  primer estandarte  desde San Miguel de los Navarros “por las calles de esta Ille .y noble ciudad de Zaragoza…para estampar en los tiernos y juveniles corazones de sus amantes hijos una nueva fervorosa devoción a su Ssmo. Rosario que trasladada después en el pío afecto de los demás vecinos de dicha parrochia  se ha prolongado tanto que, no solo en dicha ciudad sino en los demás lugares de su Reino, es en el día el principal objeto de la devoción y cotidiano ejercicio de los amantes devotos de nuestra defensora y madre”, según se afirma en el preámbulo de las ordenaciones de la hermandad del SSmo. Rosario y San Miguel de esta parroquia.  “Un devoto parroquiano” se dirigió a Benedicto XIV el 22 de mayo de 1757 solicitando la concesión de indulgencias, lo que concedió por breve del 15 de marzo de 1758. El 18 de abril hubo una junta parroquial para dar a conocerlo y formar la cofradía; se ejecutó el 23 de abril y el 8 de mayo se redactaron aquellas, aprobada por el Vicario General el siguiente día 13.
  • El 3 de julio de 1756, una piadosa mujer, Mariana Velilla, natural de Ambel, y siete personas más, con el beneplácito del Cabildo, comenzó a rezar todos los días, por la mañana, el Santo Rosario en la Santa Capilla. Poco a poco fue aumentando el número de devotos que se añadió a este grupo inicial, gracias a los desvelos del dominico Fr. Antonio Garcés. Este es el antecedente del actual Rosario de Cristal.
  • El día de San Justo y San Pastor -7 de agosto- un muchacho, Joaquín Meneses, y otros jóvenes que juntó para tal fin salieron en procesión por las calles de Zaragoza con un estandarte y faroles de papel de las puertas de la iglesia del Carmen. Más tarde fueron admitidos en la iglesia de las Carmelitas Descalzas de San José, hasta marzo de 1758: al salir de noche, resultaba una práctica incómoda para las monjas, que se quedaron con la mayoría de los faroles. Al quedarse sólo con uno, las monjas  pidieron ayuda a la citada Mariana Velilla, casera del canónigo Pedro Barberán, para que mediase con el prior del Carmen, Fray Francisco Núñez, para que diese su permiso para  salir la aurora todos los días colendos (festivos), con obligación de “ver” misa. De nuevo salió, pues, el 19 de marzo de 1758, con un estandarte y un guion de papel que prestó aquella. Poco a poco aumentó la devoción de los fieles y, cuando en 1760, se redactaron y aprobaron las ordinaciones la cofradía de este Rosario de la Aurora y Santa Bárbara -en la que constan los nombres de algo más de ochenta cofrades, entre ellos varios miembros de la familia Velilla-, contaba con 5 estandartes y 5 pares de faroles muy buenos, valorados en 100 pesos. El año anterior el Papa había concedido varias indulgencias a la cofradía.
  • En los siguientes se fundaron cofradías también en las parroquias de San Pablo y la Magdalena, en los hospitalicos de niños y niñas, en el convento de los PP. Agonizantes y en el santuario del Portillo, y se extendió fuera de la ciudad. Hacia 1750 se introdujo en Daroca el rezo del rosario por los niños, que se continuó en la parroquia de Santiago; el ejemplo de Zaragoza y de pueblos que la imitaban hizo que los vecinos de la ciudad comenzasen a rezar el  rosario matinal desde la iglesia de los Escolapios en mayo de 1757, fundándose la correspondiente cofradía

Hubo que esperar al 2 de enero de 1889 para que se constituyese la Real Cofradía del Santísimo Rosario de Nuestra Señora del Pilar, que organizó la procesión del Rosario General la noche del 12 de octubre del mismo año. Al año siguiente salió por primera vez el 13 de octubre, recibiendo el nombre popular de Rosario de Cristal por los faroles de mano y los faroles monumentales de los misterios.

Para saber más:

HERNÁNDEZ MARTÍNEZ, A., “El Rosario de Cristal de Zaragoza: aspectos artísticos de una devoción religiosa”, en Homenaje a Antonio Durán Gudiol, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1995, pp. 427-440.

MORTE GARCÍA, C., “Devoción a Nuestra Señora del Rosario en Aragón. Primeras manifestaciones artísticas de los siglos XV y XVI”, Aragonia Sacra 12 (1997), pp. 115-134.

ALADRÉN FERNÁNDEZ, J., “El rosario salterio de fieles y expresión de su peculiaridad religiosa: el Rosario de Cristal”, Memoria Ecclesiae, n. 20 (2002), pp. 536-566.

LAGUÉNS MOLINER, M. y ALADRÉN FERNÁNDEZ, J., El Rosario de El Rosario de Cristal de Zaragoza, Zaragoza, Caja de Ahorros Inmaculada, 2007.

MELERO NAVARRO, J., El Rosario de Cristal de Zaragoza, Una manifestación de la devoción popular a la Virgen del Pilar, Zaragoza, Cofradía de N. S. Rosario, 2008.

– ROYO GARCÍA, Juan Ramón: Una diócesis postridentina, Zaragoza (1577-1808). Introducción a su historia, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2020, pp. 191-192.

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