El final del mes de agosto y las primeras semanas del mes de septiembre viene cargadas de celebraciones festivas en muchos de nuestros pueblos. El final de las fiestas patronales dará paso al inicio de un nuevo curso pastoral en el que seguiremos desarrollando nuestro plan diocesano de pastoral VITA.
El pasado curso trabajamos bajo el lema “renovados para anunciar”, sintiéndonos interpelados para renovar el don del sacramento del bautismo que un día recibimos y que al valorarlo plenamente nos invita a ser audaces discípulos misioneros.
Este año damos un paso más. Seguimos profundizando en el don bautismal y en la necesidad de evangelizadores que, en el seno de nuestra Iglesia, sean capaces de anunciar a un mundo cambiante la buena noticia de la presencia del Resucitado y su mensaje de salvación. El desarrollo de esta tarea la seguiremos haciendo de la mano de nuestro plan VITA que, una vez más, se verá iluminado por algunos eventos que tendrán lugar en la Iglesia que peregrina en España y en la Iglesia Universal.
En ese contexto es bueno tener en cuenta en primer término, que en el mes de octubre se celebrará en Roma la segunda sesión sobre el sínodo sobre la sinodalidad. De la mano de la experiencia sinodal vamos descubriendo la importancia de la acogida, de la escucha y de una nueva metodología grupal para atender a las mociones del Espíritu. Caminar juntos supone descubrir el reto del prójimo y ponerme a su servicio.
En segundo lugar tenemos en el horizonte la celebración del Jubileo del 2025 que nos ayudará a sentirnos fuertes en nuestra fe; una fe que se hace esperanza y que no se tambalea ante los retos sino que como ancla nos mantiene unidos a Cristo, raíz y fundamento de nuestra vida cristiana. Y para acoger con entusiasmo el Jubileo estamos llamados a culminar este “año de la oración”, propuesto por Francisco, que nos preparará espiritualmente a la celebración jubilar.
Y el tercer elemento viene dado por la celebración del Congreso nacional de vocaciones organizado por la Conferencia Episcopal Española en el próximo mes de febrero. En él se nos invitará a seguir profundizando en la llamada, vocación y misión de todo bautizado. Se trata de renovar nuestro bautismo, es decir, de seguir descubriendo cómo Dios nos capacita para la tarea evangelizadora. En el fondo las tres propuestas se iluminan mutuamente y nos ayudan a impulsar nuestro plan diocesano VITA.
Esa triple tarea ayuda a concretar el lema para este curso: “asamblea de llamados para la misión”. Asamblea (pueblo de Dios que camina unido en referencia a la propuesta sinodal); de llamados (atendiendo al trabajo a realizar para descubrir la dimensión vocacional de nuestra vida cristiana); para la misión (ayudándonos a tomar conciencia de la ineludible dimensión misionera y apostólica de nuestra fe).
Comienza un nuevo curso. Juntos nos sentimos llamados a la misión. Que la Virgen del Pilar nos acompañe en este nuevo reto evangelizador que vamos a afrontar.