María Jesús San Juan, religiosa de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, es la responsable del Secretariado de Misiones de la Diócesis de Tarazona, un mundo que conoce muy bien ya que durante 21 años fue misionera en Colombia y Venezuela, “una experiencia muy fuerte en mi vida”, señala. Proveniente de una familia muy creyente –de las cinco hermanas que eran, tres han sido religiosas-, sigue muy implicada con todo lo que tenga que ver con las misiones y, desde hace siete años, se encarga de la organización del Encuentro Misionero de Niños de la Diócesis de Tarazona. Un acontecimiento muy esperado cada año que puso en marcha el sacerdote Alfredo Magallón. En esta edición, que ha tenido lugar en abril y que se ha organizado en Tarazona, han participado 400 niños.
-Sigues ejerciendo aquí, en la Diócesis de Tarazona, tu espíritu misionero, ¿no?
Mi llegada a esta Diócesis coincidió con problemas de salud del anterior responsable de Misiones, Alfredo Magallón, y el Sr. Obispo me hizo el encargo de ocuparme de este secretariado. Así que desde aquí intento transmitir el espíritu misionero a todos: a curas, monjas, chicos, mayores… Aunque trabajar con jóvenes no es fácil, yo lo intento también con ellos. Yo creo que es muy importante difundir este espíritu porque, además, por el bautismo todos somos ya misioneros. Si no fuera misionera aquí, me defraudaría a mí misma. Aunque aquí me resulté más complicado serlo que en los países en los que estuve (sonríe).
-Eres una de las organizadoras del Encuentro Misionero de Niños que se celebra en la Diócesis de Tarazona cada año. ¿Desde cuándo se organiza y cuál fue el origen?
Se celebra desde 2010 y el artífice fue Alfredo Magallón. En esos años yo estaba en Calatayud y ya me uní al primer encuentro, que fue en Morata de Jalón, con chicos de allí. El segundo se hizo en Alhama de Aragón, lo siguió organizando Alfredo con mi ayuda, y a partir del tercero ya me he encargado yo como responsable del secretariado de Misiones. El encuentro se ha celebrado después en Miedes, Novallas, Borja, Ariza, Brea, Calatayud y este año en Tarazona. Cada año tiene lugar en un arciprestazgo de los cinco que forman la Diócesis de Tarazona. El año que viene, cuando se cumpla la décima edición, ya se habrán celebrado dos encuentros en cada arciprestazgo.
-¿En qué consisten los encuentros?
En general no varían mucho, aunque al organizarse cada año en un lugar y con distintas personas algo puede cambiar, pero poco. El Sr. Obispo ha estado en casi todos los encuentros, como en el de este año. Suele comenzar con un acto de acogida, que es en el que se entregan los regalos a los niños que participan en un concurso a nivel nacional, y que se celebra antes de Navidad. El concurso varía cada año: fotografía, dibujo… El de este año fue de cómic. En esta edición el encargado de entregar los premios fue D. Eusebio. Después suele haber una obra de teatro, siempre fundamentada en valores, esta vez estuvo centrada en la figura de Gloria Fuertes. Fue un momento realmente divertido en el que todos disfrutamos muchísimo. También se organiza una gymkana con juegos variados en los que todos los niños participan y se lo pasan muy bien. Por último, se realiza una presentación de todos los pueblos y una pequeña merienda que facilita el arciprestazgo donde se celebra.
-¿Cuál es la finalidad del encuentro?
El principal objetivo es despertar y potenciar el espíritu misionero en los chicos. No sé si conseguirá o no, pero si la gente se va contenta y alegre -que es lo que el Papa siempre dice-, de una actividad de Iglesia, en la que constantemente se habla de misiones, ya es mucho lo que hemos conseguido. Esa es la verdadera motivación. Además, es una actividad que pretende despertar paz, solidaridad, concordia y de la que los padres que participan también se van muy contentos.
-¿Es más fácil entonces llegar a los niños? ¿Por qué?
Sí, es mucho más fácil. A través de las catequesis de comunión y de post comunión se puede llegar a ellos. También procuro ir a los arciprestazgos a concienciar y a resaltar la importancia del espíritu misionero, y a encuentros con los profesores de religión porque en las escuelas es donde están los niños. Sin embargo, los jóvenes son más complicados. Responden muy bien a todo lo social porque son muy solidarios, por ejemplo en la Operación Kilo o en la campaña del Domund participan bastante, pero son pocos y muy selectos. Tengo que decir, eso sí, que en los encuentros siempre hay jóvenes que nos ayudan, más los seminaristas, claro, que también son jóvenes. Por eso, si movemos a los niños en algún momento tendremos jóvenes.
-¿Los niños son buenos misioneros?
Son un buen elemento, nunca hasta ahora había estado con ellos y estoy muy feliz y contenta. Tienen mucha ilusión por cualquier actividad que se organiza para ellos. La disfrutan muchísimo, como la hucha que tienen que recortar y pintar ellos mismos en el día de la Infancia Misionera. Yo creo que todas estas iniciativas son una forma de despertar la vocación misionera.
-¿Qué es ser misionero para ti?
Ser cristiano y querer ayudar a los demás, querer llevar el Evangelio, que es lo que hizo Jesús, y lo que dice el Papa: salir a ayudar a los demás. También es llevar la alegría y la paz. Y para eso puedes ser misionero en cualquier lugar, no hace falta salir a un país extranjero. De hecho es más heroico ser misionero aquí que en otros países, porque allí reciben el evangelio con los brazos abiertos.
-¿Qué proyectos tiene el secretariado de Misiones?
En nuestra diócesis tenemos 38 misioneros con los que desde la delegación se está en contacto. Están en todo el mundo: en China, Japón, en todo América Latina, en África… Uno de mis proyectos es realizar en verano un encuentro con estos misioneros y sus familias pero es complicado.