Un concierto que llegó al corazón de los internos de Daroca

Iglesia en Aragón
5 de agosto de 2024

“La música es el arte más directo, entra por el oído y va al corazón”. Esta frase del compositor argentino Astor Piazzolla (1921-1992) bien podría reflejar lo que sintieron y vivieron los internos del Centro Penitenciario de Daroca el pasado 27 de julio durante el concierto organizado por la Pastoral Penitenciaria de Zaragoza. La música fue durante unas horas el hilo conductor que unió a intérpretes y público, el lenguaje con el que se entendieron y disfrutaron.

La estructuración y dirección del concierto vino de la mano de Darío Sierra Marta, catedrático de violín del Conservatorio Superior de Música de Aragón (CSMA) y profesor asociado de la Universidad de Zaragoza, quien precisamente inauguró la puesta en escena. Primero interpretando, junto a su hijo Antonio Sierra, “La vida breve” (Manuel de Falla, arreglada por Darío Sierra para dos violines), pieza con la que se pudo apreciar el sentimiento que transmite un instrumento como el violín.

Darío y Antonio Sierra también interpretaron “Roto” (Darío Sierra), una pieza musical más melancólica fruto de la necesidad que tiene un músico de componer tras una dolorosa pérdida. Para cerrar con el recital de violín, Darío Sierra tocó y cantó “Sal, Sol, mi Sol” (Darío Sierra), que fue la composición que más disfrutaron los internos que incluso se animaron a cantar y bailar esta alegre melodía.

Después de abrir el apetito musical de los internos y sus ganas de cantar, Luis Sierra subió al escenario junto a su inseparable guitarra para tocar un repertorio de rock: “Por la boca vive el pez” (Andrés Calamaro y Fito & Fitipaldis), “El hombre de negro” (Loquillo) o “Maneras de vivir” (Rosendo), entre otros. Además, Luis también cantó “Qué ha pasado” de su disco Soy para ti, y animó aún más al público.

Entre tanta música, también hubo un pequeño espacio para la danza, concretamente para la “Danza del Alma”, un baile tradicional coreano que representa el sufrimiento por el que pasan los pavos reales para desarrollar su precioso plumaje, que luego sirve para el deleite de todos. Una metáfora sobre cómo nosotros, los seres humanos, aunque cometamos errores, todo nos forja para ser mejores personas para con los demás.

El concierto continuó con el concertista y compositor Pedro Andrés Pérez y un hipnótico recital de guitarra clásica. Ya fuera por la obra “Capricho árabe” de Francisco Tárrega, por el Tango en Skai (Roland Dyens) o por su interpretación de Bach en guitarra, logró cautivar al público y trasmitirles la belleza de la música.

Finalmente, la hermana Catalina cerró el concierto con dos canciones: un cántico coreano espiritual a la esperanza y el Ave María. Aunque, por supuesto, tras una mañana con tanta música algunos internos se animaron a salir al escenario a tocar la guitarra y cantar algo de flamenco con bastante talento. Sin duda fue una jornada donde, una vez más, la música unió y sirvió para sanar el corazón.

29 de julio, 2024

Juan Embid Urzola

Los intérpretes del concierto en el Centro Penitenciario de Daroca (Foto: Juan Embid Urzola)

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