¿Cuántos panes tenéis?

Pedro Escartín
27 de julio de 2024

Un café con Jesús. Flash sobre el Evangelio del XVII Domingo del Tiempo Ordinario – B – (28/07/2024)

Hoy se ha interrumpido la lectura del evangelio de san Marcos para escuchar, durante los próximos domingos, el discurso de Jesús sobre el «pan de vida», que comienza hoy con la multiplicación de los panes tal como la contó san Juan (Jn 6, 1-15). Con nuestras tazas de café en las manos y un montón de preguntas en la mente nos hemos acomodado.

– Venga, suelta ya lo que estás pensando; te lo veo en la cara -me ha dicho enseguida-.

– Pues, para empezar, una pregunta: ¿por qué preguntaste a Felipe cómo comprar panes para que coman éstos, si ya sabías lo que ibas a hacer?

– Espero que lo entiendas fácilmente -me ha replicado sonriendo-. Habitualmente, yo anunciaba el Reino de Dios por medio de parábolas inspiradas en el modo de vivir de la gente; en esta ocasión quise hacerlo con una parábola en acción: multiplicando el pan y saciando con él a mucha gente. Así funcionó la parábola: pregunté a Felipe; él se dio cuenta de que para que comieran todos harían falta unos panes y un dinero que no tenían, y al final llenaron doce canastos con las sobras. Aquel signo les anunció algo nuevo: la llegada del Reino de Dios.

– No era para menos -he comentado mientras acercaba la taza a mis labios-: cinco mil adultos saciados y doce canastos de sobras fue algo nunca visto…

– Querido amigo -me ha interrumpido-, después de los cafés que venimos tomando juntos, ¿aún no te has acostumbrado al modo de hablar de la gente de mi tiempo? Cuando utilizaban el número mil querían decir que había mucha gente y el número doce siempre les recordaba las doce tribus de Israel. Lo que el evangelista quiso decir con esos números fue que yo alimento a todo el que necesita un consuelo, y sobra para saciar a Israel, como hizo Moisés en el desierto con el maná, que dio fuerzas a los peregrinos para llegar a la tierra prometida.

– Permíteme que te diga que a veces resulta complicado descubrir tus intenciones -he reaccionado tímidamente-.

– No más que cuando vosotros habláis de inteligencia artificial -ha dicho después de tomar un sorbo de café-. Cada época tiene su leguaje y no es tan difícil llegar a entenderlo; sólo hay que intentarlo con un poco de paciencia. Pero aún no me has hecho la pregunta clave…

– ¿A qué te refieres? -he dicho mirándolo intensamente- ¿A la pregunta por el significado de esta parábola? Ahora iba a hacerlo; supongo que con la novedad de una parábola en acción habrás querido decirnos algo especialmente importante…

– Así es -ha replicado inmediatamente-. ¿Has reparado en que, cuando la gente estuvo sentada sobre la hierba, tomé los panes, dije la acción de gracias y los repartí? Esta frase ¿no te recuerda algo?

He repetido sus palabras para mis adentros hasta que se ha encendido una luz en mi mente.

– ¡Ya lo tengo! -he dicho con cara de triunfo-. Son las mismas palabras que dice cada día el que preside la Plegaria Eucarística: «tomó el pan, dando gracias, te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos…». O sea, que el evangelista quiso decir que anunciaste el pan eucarístico. ¡Esto es lo que significa el signo de la multiplicación del pan!

– ¡Efectivamente! ¿Te das cuenta de que no es tan complicado descubrir mis intenciones? Este episodio lo narra el evangelista san Juan en un largo capítulo de su evangelio, que nos dará tema para seguir hablando del «pan de vida» los próximos domingos. Hemos pagado “religiosamente” y nos hemos despedido “hasta el domingo que viene…”

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