El convento de las Hermanas Agustinas de Rubielos de Mora celebró el pasado domingo, 23 de junio, la apertura del jubileo con motivo del 400 aniversario de su fundación.
La Santa Sede, a través de la Penitenciaría Apostólica, concedió el pasado 11 de junio, por la petición presentada por Alejandro Moral Antón, Prior General de la Orden de San Agustín, junto a la Superiora del Monasterio de la Orden de San Agustín, el decreto de Indulgencia Plenaria (del 23 de junio de 2023 al 25 de junio de 2025) con motivo de la fundación del Convento San Ignacio de Loyola en 1624, gracias a una generosa donación de la doncella valenciana Bárbara Pérez.
La Eucaristía estuvo presidida por nuestro Obispo, Mons. José Antonio Satué, quien estuvo acompañado de varios sacerdotes de nuestra diócesis y del Agustino Luis Miguel Castro, quien leyó el decreto del Año Jubilar.
En su homilía, don José Antonio, nos habló de como el amor de Cristo explica el impulso de estas mujeres a entregar su vida a Dios en este convento durante cuatro siglos. «La vida de estas religiosas y la vida de cualquier cristiano se explica desde el amor de Dios, de ese Dios que nos sobrepasa».
Finalizó felicitándolas por esta alegría del jubileo y agradeciendo su «vida consagrada que es un regalo en nuestra Diócesis de Teruel y Albarracín. Como una antorcha luminosa nos animáis a seguir remando, a seguir despertando a Jesús en nuestros corazones. Sois un grito callado que anuncia que se puede creer más, y esperar más, y amar más»
Hasta el 25 de junio del año que viene se podrá conseguir la Indulgencia plenaria como dice el decreto: «en las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Sumo Pontífice), a las hermanas y a todos los fieles, movidos por un verdadero espíritu de penitencia y caridad, desde el día 23 de junio de 2024 hasta el día 25 de junio de 2025, que también podrán aplicar como sufragio por las almas del Purgatorio, si visitaren la capilla de dicho Monasterio como peregrinos y allí celebraren devotamente los ritos jubilares o pasaren un período de tiempo adecuado dedicados a piadosas meditaciones, concluyéndolas con un Padrenuestro, el Símbolo de la Fe e invocaciones a la Beata Virgen María y a San Agustín»