«Hoy hay un selfie que no puede faltar. Mandárselo a vuestros amigos y decidles que ha valido la pena esperar hasta el final. El de hoy no solo es el encuentro de una madre con su hijo, es tu encuentro con ellos dos». Con este mensaje ha comenzado este mediodía el obispo, Mons. Ángel Pérez, la eucaristía que ha presidido en la Catedral de Barbastro en el Domingo de Resurrección. Acompañado del moderador de la Unidad Pastoral de Barbastro, Omar Quilcaro, y de los párrocos in solidum Jaime Cruz y Juan José Herrera, don Ángel ha animado a los fieles a celebrar con gozo que Cristo ha resucitado.
Representantes de las cofradías locales han hecho las lecturas y peticiones en una celebración en la que el sacerdote Jaime Cruz ha predicado una homilía en la que ha repasado los signos de la Resurrección del Señor y sus testigos, a los que pudo más «el amor que el temor». En su alocución, ha señalado donde mirar y así «ver para creer», pasando de la oscuridad a la luz, a través del testimonio de santos y mártires, a través de «nuestra Iglesia viva exultante de gozo por la Resurrección» que todos sentimos al encontrarnos como Iglesia.
Los piquetes de la cofradías de Jesús Atado a la Columna y del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad han hecho sonar los tambores en una eucaristía solemnizada por el Coro Barmon y en el que los cofrades más jóvenes han arrojado claveles blancos a la imagen de Nuestra Señora de la Soledad -despojada de sus ropas de luto y con manto blanco luminoso- y al Cristo resucitado, situados ambos a los pies del altar. Tras la consagración no ha faltado un gesto emotivo y ya tradicional de este día: hacer ondear el cordón de la medalla de las cofradías.