La Semana Santa, escuela de oración

David López
25 de marzo de 2024

A medida que se acerca su final, Jesús intensifica su oración. Toda la secuencia de su pasión y muerte son una llamada a orar desde lo más hondo. Una oración que nada tiene que ver con la búsqueda de un bienestar interior sino con la entrega radical y la aceptación de la voluntad del Padre hasta las últimas consecuencias. Una oración que culmina en la cruz, principio de todas las oraciones que a partir de ese momento elevaremos sus seguidores hasta hoy. Por eso, en este Año de la Oración, previo al Jubileo, la Semana Santa se nos revela más que nunca como modelo de oración. Además de la liturgia concreta que compartimos con el resto de la cristiandad, donde cada gesto, cada palabra, cada signo, nos invitan a entrar en sintonía con Jesús, nuestras celebraciones y manifestaciones populares de estos días son también una escuela de oración vivida en la calle, con las peculiaridades de cada pueblo o comunidad. 

Los feligreses del arciprestazgo del Bajo Jalón rezando en Chodes.

Silencio

Nacho Badel, de la Hermandad del Santo Cristo de la Agonía y Nuestra Madre Dolorosa, de Barbastro, lo narra con estas palabras hechas de la misma sencillez y belleza que su Semana Santa: «golpes de tambor y de bombo, -silencio en las calles de Barbastro-, echas la mirada atrás y ves centenares de hermanos tuyos acompañando las imágenes de tu cofradía. En ese momento en que clavas la mirada en un punto, sientes una conexión especial con Dios, y empieza el diálogo más sencillo y a la vez más profundo que has tenido jamás. Todo mientras escuchas el tambor, el bombo; y de pronto, silencio…». 

Cofrades de la Hermandad del Santo Cristo de la Agonía y Nuestra Madre Dolorosa, de Barbastro. Ascen Lardies.

Intimidad

En el mismo sentido, Guillermo Carreras, cofrade zaragozano, consider que «la oración en la calle es algo sumamente especial. Durante la procesión, siendo anónimo bajo tu capirote, pese a todo el ruido exterior, el corazón está en silencio, la mente esta en silencio y el espíritu esta en silencio, solo hablan con Dios. Esas horas, para un cofrade, son las horas de oración mas personales e importantes del año, donde uno se encuentra solo con Dios».

Procesión a su paso por la plaza del Pilar, en Zaragoza. Archivo.

«La madre Piadosa estaba junto a la cruz y lloraba mientras el Hijo pendía; cuya alma, triste y llorosa, traspasada y dolorosa, fiero cuchillo tenía»

La conexión con los misterios de la Pasión despiertan también reflexiones como la que nos envía, a la luz del «Stabat Mater», Mª Carmen Pérez Tobajas, cofrade muy comprometida con la Cofradía de Ntra. Sra. De los Dolores, de Illueca, que vive su Semana Santa «fiel a Jesús de Nazaret, como María, quién a partir de la profecía de Simeon, une de modo intenso y misterioso su vida a la misión dolorosa de Cristo. Pidiendo a Dios fuerza ante las adversidades y valentía para mostrar al mundo su mensaje, como María, fiel cooperadora de su Hijo para la salvación del género humano. Orando,  con el recuerdo la Pasión de Nuestro Señor, que dio su vida por el gran amor que nos tiene. Luchando con la oración, confío en Dios y lo ubico en el centro de mi vida, porque sé que con Dios todo es posible». 

Perdón

Luis Vicente Pérez Álvarez es prior de la cofradía del Santo Cristo del Perdón, en Huesca, que cuenta con 275 miembros y realiza actividades durante todo el año. «Intentamos que haya vida antes y después de la Semana Santa», señala el superior, que considera que estos días

se han de vivir como «una catequesis que se ve exteriormente, a través de los pasos, pero que llevamos en el interior y que hay que transmitirla». Un trabajo que comienza ya durante la Cuaresma: «vamos compartiendo diariamente reflexiones u oraciones concretas. Damos un poco de caña para que la gente se vaya preparando».

Detalle del cartel de la Semana Santa de Teruel. Clara Gómez Galeote.

Tradición

Uno de los lugares de Aragón en los que se vive de forma especial la Semana Santa es Alcorisa, donde además del retumbar de los bombos y tambores, se representa el Drama de la Cruz. Sixto del Río, preside la Cofradía de la Sangre de Cristo y reconoce que es los sentimientos que vienen estos días son difíciles de describir. «Son días en los que se mezcla la alegría de encontrarnos con nuestros seres más queridos y compartir las tradiciones; y la tristeza que te inunda al rememorar la pasión y muerte del Señor». Como la mayoría de personas implicadas en la parroquia, Sixto trata de compartir sus creencias desde el respeto y el sentimiento. «Se vive con respeto, silencio… también con murmullos de curiosidad por los que desconocen, al lado de quienes oramos, pensamos, meditamos… es un cúmulo de sensaciones difíciles de poder explicar, pues son vivencias muy personales que jamás se pueden expresar».

Imagen del Resucitado, Jaca

Pascua

Isidoro Raigón, es miembro de la Cofradía de Cristo Resucitado, de Jaca. Él mismo talló la imagen que procesión el Domingo de Resurrección. «Fue un reto personal puesto que no me considero un escultor tradicional. Soy autodidacta», dice este tallista aficionado quien, citando al papa Francisco, piensa que la religiosidad popular es una oportunidad de evangelización: «como dice el papa: “cuando lleváis al Resucitado, indicáis la centralidad del misterio pascual”». Isidoro forma parte de la tercera generación de jaqueses que pensaron que la Semana Santa, «procesionalmente” hablando, «no podía acabarse en la muerte del Señor, sino en su Resurrección». 

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