Hoy miércoles 13 de marzo a las 19.30 h. se ha presentado en la Casa de la Iglesia el Espacio Diocesano de Acompañamiento «Horeb», que se pone en marcha como un servicio que pretende extender en el tejido de nuestra Diócesis la necesidad del acompañamiento. Frente a una pastoral de masas y a una vivencia de la fe epidérmica la reflexión pastoral de la Iglesia nos invita a buscar cauces de encuentro y acompañamiento personal.
En la presentación, don Carlos Escribano, tras dirigir una oración inicial, ha agradecido a todo el equipo de coordinación del Espacio su gran esfuerzo por sacar adelante este espacio y se ha mostrado convencido de que esta presentación ayudará a vislumbrar todo el bien que esta nueva realidad puede significar para la diócesis. La coordinadora general de la Vicaría de Pastoral, Raquel Martínez, impulsora tambien de este Espacio, ha señalado que tras la experiencia con los grupos VITA en las comunidades parroquiales se vio la necesidad de extender la realidad del acompañamiento. En un primer lugar se pensó en crear una escuela de acompañamiento, pero más tarde ampliaron esa visión y se decidió crear el Espacio de Acompañamiento. Agradeció tambien el trabajo de todos los miembros del equipo de coordinación: Sergio Perez, Manolo Vela, José Antonio Ruiz sj, Chema Molíns y Montserrat Rescalvo.
A continuación, intervino el jesuita José Antonio Ruiz, con gran experiencia en el acompañamiento espiritual. Su disertación comenzó por las dos cosas que según él no definen el acompañamiento espiritual. La primera, que no es una terapia psicológica: «Es necesario poder derivar a los especialistas oportunos cuando se reconoce que la persona que quiere ser acompañada tiene esa necesidad». Y la segunda, que no es un encuentro de amistad: «No es una relación simétrica. Esto no es superioridad, es hablar de distintos roles para que la cosa funcione. Uno habla y otro escucha».
Una vez aclarado lo que no es acompañamiento espiritual, Jose Antonio aportó su propia definición: «Acompañamiento espiritual es la relación asimétrica entre dos creyentes con roles distintos de tal manera que el acompañado quiere contrastar su vida con otra persona, para encontrarse con su verdad, crecer en madurez y descubrir el paso de Dios para encontrar la verdad en su vida». Analizando esta definición, señaló que por parte del acompañado es necesario hablar con claridad sin guardarse nada, tener valentía para encontrarse con la propia verdad y para manifestar las aspiraciones secretas del corazón y estar convencido de que es necesario contrastar las mociones propias con otra persona para discernir si están motivadas por el buen o el mal espíritu.
Asimismo, aclaró que el buen acompañante debe ser acompañado por otra persona, ya que es la mejor manera de saber acompañar. Y sobre las directrices que deben guiar un buen acompañamiento, apuntó las siguientes: Acompañar no es dirigir; tener empatía y capacidad de escucha; el acompañante no tiene que tener la solución a los problemas ni tampoco miedo ante cualquier cosa que pueda decir el acompañado; y el propósito del acompañamiento es ayudar a que la otra persona encuentre su camino para descubrir a Dios: «El acompañante es el portero de Dios». Por último, recalcó que «una ayuda imprescindible es rezar por nuestros acompañados cada día».
Por último, Chema Molíns y Manolo Vela explicaron las cinco áreas en las que va a trabajar este Espacio de Acompañamiento: Coordinación, Sensibilización y promoción, Acogida y desarrollo, Escuela y formación y Encuentro de acompañantes. Chema agradeció a las 27 personas, entre sacerdotes, religiosos y laicos, que forman parte del equipo y señaló que este Espacio cuenta con una sala física en la tercera planta de la Casa de la Iglesia abierto en horario de 18.30 a 20.00 h. los lunes y de 9.15 a 10.15 los miércoles.
Manolo Vela, responsable del área de Formación y Encuentro, indicó que están trabajando en la escuela de formación de acompañantes que se pondrá en marcha en el curso 2024-25 y que tendrá un formato de taller con un ejercicio espiritual en mitad de recorrido.