Lectio Divina: 27 de febrero de 2024

Raúl Romero López
26 de febrero de 2024

Todos vosotros sois hermanos. La fraternidad es la fiesta de la vida

1.- Introducción.

Señor, mi oración de hoy se dirige a Ti que eres “nuestro hermano mayor”. Los hermanos viven con el Padre en la misma casa, comen en la misma mesa, hacen los trabajos de casa según las posibilidades de cada uno. Nadie se siente más que otro. Todos se ayudan y defienden. Esa fraternidad, bajo la mirada cariñosa del Padre, es como una bonita fiesta. Dame, hoy, la gracia de sentirme especialmente hermano de todos y todas que tienen mi misma fe.

2.- Lectura reposada del Evangelio. Mateo 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús habló tanto para el pueblo como para sus discípulos: «Los maestros de la Ley y los fariseos han ocupado el puesto que dejó Moisés. Hagan y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no los imiten, porque ellos enseñan y no practican. Preparan pesadas cargas, muy difíciles de llevar, y las echan sobre las espaldas de la gente, pero ellos ni siquiera levantan un dedo para moverlas. Todo lo hacen para ser vistos por los hombres. Miren esas largas citas de la Ley que llevan en la frente y los largos flecos de su manto. Les gusta ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos reservados en las sinagogas. Les agrada que los saluden en las plazas y que la gente los llame Maestro. En cuanto a ustedes, no se dejen llamar Maestro, porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos. No llamen Padre a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, el que está en el Cielo. Tampoco se dejen ustedes llamar Guía, porque ustedes no tienen más Guía que Cristo. El más grande entre ustedes se hará el servidor de todos. Porque el que se pone por encima, será humillado, y el que se rebaja, será puesto en alto.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Reflexionamos sobre unas palabras sorprendentes de Jesús: “A nadie llaméis padre en la tierra. Sólo es Padre el que está en el cielo”. El verdadero Padre es Dios porque lo propio del Padre-Dios es “dar y darse” del todo en el hijo. En esta vida nadie puede llamarse propiamente padre porque las personas en este mundo estamos para dar y recibir”. Dando y recibiendo nos realizamos, Todos tenemos algo que dar y algo que recibir. Y, de esta manera, nos igualamos. “A nadie llaméis maestro”. El maestro es “el que enseña”. No sólo enseña ciencias o letras, sino enseña a vivir. En este sentido sólo Jesús es el “Maestro de la vida”. Los demás pasamos por la vida “enseñando y aprendiendo” los unos de los otros. Nadie es tan ignorante que no tenga algo que enseñar; ni tan sabio que no tenga algo que aprender. Y así aprendiendo y enseñando nos igualamos. “A nadie llaméis señor”. El Señor es el que está por encima de los súbditos. Y en esta vida nadie es más que nadie. Todos somos hijos de Dios y gozamos de la misma dignidad. El título de Señor se lo dieron a Jesús después de haber muerto y Resucitado. Es el Señor de la vida y de la historia. ¿Adónde quiere llevarnos Jesús con estas imágenes? “Todos vosotros sois hermanos” (23,8). Jesús sueña con poder crear en este mundo una auténtica “fraternidad”.

         Palabra del Papa

“En el pasaje de hoy, Jesús amonesta a los escribas y fariseos, que en la comunidad desempeñaban el papel de maestros, porque su conducta estaba abiertamente en contraste con la enseñanza que proponían a los demás con rigor. Jesús subraya que ellos «dicen, pero no hacen» (Mt 23, 3); más aún, «lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar» (Mt 23, 4). Es necesario acoger la buena doctrina, pero se corre el riesgo de desmentirla con una conducta incoherente. Por esto Jesús dice: «Haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen» (Mt 23, 3). La actitud de Jesús es exactamente la opuesta: él es el primero en practicar el mandamiento del amor, que enseña a todos, y puede decir que es un peso ligero y suave precisamente porque nos ayuda a llevarlo juntamente con él (cf. Mt 11, 29-30)”. (Benedicto XVI, Ángelus, Plaza de San Pedro, 30 de octubre de 2011)

4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)

5.-Propósito: Miraré en este día a cada hombre o mujer como mi hermano o mi hermana.

6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y yo ahora le respondo con mi oración.

Yo, Señor, al acabar la oración de este día, quiero darte gracias porque he descubierto el don de la fraternidad. Es un bonito regalo que nos has hecho. El que ese hombre o esa mujer que tengo a mi lado, sean mi hermano o mi hermana, es el hallazgo más precioso de mi vida. Yo ya no estoy solo en la vida. Vivo bajo la mirada cariñosa de Dios, mi Padre y la compañía gratificante de mis hermanos.

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