El pasado miércoles, 17 de enero, se presentó en el Centro Pignatelli el libro ‘Gracia de Cristo: Su sonrisa en los evangelios’, de Ediciones Monóculo. Solo han pasado unos meses desde que fue publicado y cuenta ya con cuatro ediciones. Para presentarlo, acudieron su autor, Enrique García-Máiquez y el editor, Julio Llorente.
«Yo creo que hay mucho humor en las palabras de Jesús, pero es un humor que se ha desactivado por el número de veces que las hemos oído», comenzó explicando el escritor gaditano, quien confiesa que se ha visto obligado por las circunstancias a escribir este libro: «escribo por mi incapacidad de explicar bien esto en una sobremesa».
Así, con humor y en un ambiente familiar, fue transcurriendo la presentación, a la que asistieron unas 200 personas. García-Máiquez enumeró los distintos tipos de humor de Cristo, por ejemplo, «el humor inglés, es decir, contando las cosas con una pequeñísima sugerencia en vez de hacerlo con la tradicional exageración andaluza o aragonesa; el humor gallego o los andalucismos; y el humor judío, por supuesto».
Tanto el autor como el editor compartieron su visión sobre la riqueza de la Escritura y el humor que desprende por sí misma: «Cristo, en tanto que perfecto hombre, es perfecto humorista. Hay un pasaje en el que todos están pidiéndole curaciones a Jesús, pero en el caso de la suegra, nadie se lo pide. Lo hace Jesús motu proprio. Por eso siempre digo que el que encuentre gracioso el hecho de que he dedicado el libro a mi suegra, Nuni, encontrará gracioso el libro». Este afán de descubrir una nueva forma de mirar la Sagrada Escritura, atendiendo al espíritu que desprende su protagonista, conquistó a la audiencia, que terminó con todos y cada uno de los ejemplares que se podían adquirir.
«El hecho de que hoy se hayan agotado todos los ejemplares que estaban a la venta es significativo para mí. Yo lo interpreto del siguiente modo: hay una sed, hay un vacío que Cristo puede colmar. La gente está buscando un sentido para su vida». Con estas palabras que Llorente concedió a la prensa, se cerró una de esas tardes con las que el Centro Pignatelli tiene enamorado a su público, año tras año, desde 1970.