El pasado domingo, en la Iglesia de la Merced de la capital turolense, acogimos la luz de Belén. Este año bajo el lema “Luz para iluminar las naciones”, y por eso la oración que se celebró en nuestra diócesis estuvo dedicada a los diferentes países que sufren la guerra.
También se tuvo presente durante la oración la falta de paz en nuestro entorno cercano: marginación, manipulación, aislamiento, pobreza, egoísmo, soledad, poder, abuso, indiferencia… Pero se celebró la oración con la confianza y la firme convicción de que la Luz de Jesús da esperanza y paz ante estas situaciones.
La oración, organizada por nuestra Pastoral Juvenil, comenzó con un cuento interpretado por unos jóvenes que representaron la lucha entre la luz y la oscuridad, y como la luz se impone porque «es la reina… la fe, la paz, la esperanza y el amor son nuestros recursos… si confías y cuentas con ellos, la oscuridad no tendrá ninguna posibilidad de ganar la batalla».
Nuestro obispo, don José Antonio, comenzó su reflexión señalando que «la mayor parte de los problemas que tenemos y que tiene el mundo suceden por falta de luz» y destacó que «cuando no tenemos luz, vemos en futuro lleno de nubarrones y llegamos a pensar que las tinieblas son más fuertes que la luz. Pero […] sólo una pequeña llama es capaz de romper toda la oscuridad».
Tras la reflexión de don José Antonio, fue el momento de la llegada y el reparto de la luz. La tradición de esta Luz de la Paz de Belén está cargada de bellas historias. Unas semanas antes de cada Navidad, un niño austriaco viaja a la gruta donde nació Jesús en Belén para encender una vela que simboliza la Luz de la Paz. Después, durante una ceremonia ecuménica en Viena, se distribuye esa luz a representantes scouts de numerosos países. La Luz es finalmente transmitida en cada país a parroquias, hogares particulares, hospitales, residencias de ancianos, prisiones,.., con un mensaje de amor, paz y esperanza.
En este año, debido a la situación de guerra en Tierra Santa, se ha tenido que hacer una pequeña variación: no ha sido posible el viaje de un niño desde Austria hasta Belén, pero sí que se ha enviado la luz directamente desde Belén por una joven.
El reparto de la luz se hizo de la manera tradicional, el Sr. Obispo, acompañado por un joven, fue repartiendo la luz a las parroquias, movimientos, colegios, religiosos, asociaciones y a todo aquel que quiso llevarse a su casa una vela con la luz que iluminará su hogar en esta Navidad.
Al acabar la oración se repartieron también unas barritas de luz, para que puedan los asistentes transmitir por las calles de Teruel, el momento que habían vivido.
Acojamos, por tanto, la luz de Jesús, que nació en Belén, para mirarnos y mirar al mundo con amor, compasión y esperanza.