El pasado martes 24 de octubre tuvo lugar la apertura oficial de curso en el Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón (CRETA). El encargado de leer la lección inaugural fue el sacerdote Fernando Arregui, que habló sobre el Diaconado Permanente, su historia, regulación e instauración en las diócesis españolas. Entre las conclusiones que plantea su exposición, están la urgencia de recuperar un ministerio “aparcado” por la Iglesia durante siglos, cuya actualidad viene marcada no tanto por la necesidad de sacerdotes, sino por su valor en sí mismo, como parte de un “apostolado renovado” -como recuerda el papa Francisco-, clave en una Iglesia atenta a los cambios y a las necesidades que plantea la sociedad del siglo XXI.
En la actualidad casi un tercio de las diócesis españolas no han restaurado el diaconado permanente, algunas incluso con preocupantes problemas en cuanto al número de seminaristas y presbíteros. De hecho, el número de candidatos al diaconado permanente ha disminuido severamente. Incluso hay algunas diócesis que lo tienen instaurado y en la actualidad no cuentan con ninguna persona en formación. En Aragón, de las seis diócesis, sólo Zaragoza cuenta con más de un diácono permanente. Fernando Lozano es uno de ellos. Durante años, colaboró estrechamente con su parroquia y haciendo voluntariado, hasta que un día su esposa leyó en la “Hoja Diocesana” que se instauraba el Diaconado Permanente en Zaragoza. «Lo tuve clarísimo. Ese era el paso que tenía que dar, el camino al que estaba llamado: pasar de ocupar mi tiempo libre a un compromiso real, serio, de servicio de Dios a través de la Iglesia». Una declaración que coincide con los fundamentos y orígenes de este ministerio, presente ya en el Nuevo Testamento como ejemplo de servicio a la comunidad, como apuntaba el profesor Arregui en su lección inaugural, quien recordaba además su origen cristológico y su profunda raíz en la Iglesia. «Sólo desde una eclesiología de comunión podemos entender la pluralidad de los carismas y ministerios que surgen en el ámbito de la Iglesia local. Cristo mediante su Espíritu hace que la Iglesia sea comunidad, para actuar como cuerpo-comunión. El ministerio es mediación operativa, se ejerce de diversas maneras, evoluciona con el tiempo y la comunidad se da a sí misma sus servidores, al mismo tiempo que los recibe».
Compaginar los compromisos personales y pastorales
Casi el 88% de los diáconos permanentes están casados. Una realidad que exige un esfuerzo extra para equilibrar el trabajo profesional, la familia y el Ministerio, como nos dice Fernando Lozano. «Pues sencillamente lo logro gracias, en primer lugar, a mi esposa Beatriz, que es quien se queda con mis hijas pequeñas y se encarga de todo cuando salgo a celebrar. En segundo lugar con una organización cuidada y ordenada. Y en tercer lugar con sacrificio». Para Miguel Ángel Peña, Diácono Permanente en la diócesis de Tarazona, no es ningún problema. «Elegí ser célibe, como correspondía a mi condición de soltero cuando me ordené, y soy autónomo, así que compagino bien mis obligaciones pastorales».
Complementarios, no sustitutos
Vicente Iserte, diácono permanente en la diócesis de Teruel y Albarracín, explica que «uno de los desafíos que plantea la recuperación del Diaconado Permanente es hacer comprender a los sacerdotes que el diácono no suple al sacerdote, sino que intenta trabajar a su lado y que está para ayudarle en todo lo que puede hacer dentro de su ministerio». En este sentido, el profesor Arregui concluye que «es importante tener en cuenta la naturaleza del diaconado: no es un súper-laico promocionado, ni es tampoco un presbítero a escala reducida, tiene su propia entidad sacramental». Como en toda novedad, la pedagogía y el ejemplo es importante. Fernando Lozano admite que no es fácil ir a celebrar a un pueblo con su mujer y sus hijas. «Hay quien se acerca incluso a mi esposa para preguntarle cómo es posible que “el cura” esté casado. Me toca explicar siempre al comienzo lo que es un diácono permanente, lo que podemos hacer y lo que no. Y la gente lo acepta muy bien,. Incluso se acercan luego para agradecerme esa entrega a la Iglesia».
Futuro
Recientemente al final del sínodo de la Amazonia el papa Francisco anunció la intención de convocar una comisión para el estudio del diaconado de las mujeres para tener un mayor acercamiento al diaconado femenino. Se constituyó en Abril del 2020. El documento final del Sínodo, ha aplazado para un mayor estudio esta cuestión y poder así hacer propuestas en la sesión final de octubre de 2024.
En cualquier caso, Arregui nos recuerda que «los ministerios en la Iglesia surgen como respuestas eficaces ante las diversas necesidades del pueblo de Dios. Así, el diaconado permanente, después de haberse perdido en la Edad Media, resurge con personalidad e identidad propias, como un recuerdo actuante con el carisma del servicio y como recuerdo vivo de la tarea fundamental de la Iglesia para la que fue creada. Desde la experiencia de las primeras comunidades podemos valorarlo como sustancial y necesario, con una importancia significativa y como dijo Pablo VI: “renovar el sacramento del orden significará renovar a la Iglesia”».