El domingo, 29 de octubre, Mons. José Antonio Satué ordenó sacerdote a Alfonso Torcal en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de la localidad de Caminreal. Una fiesta de gran alegría para nuestra diócesis que cuenta con un nuevo presbítero. Ejercerá su labor en la U. P. de Orihuela del Tremedal.
Unos días antes a su ordenación sacerdotal, tuve la suerte de entrevistar para la radio a Alfonso, una conversación como son todas con él, amable, campechana y sincera, además de hablar sobre el importante paso que iba a dar y las dificultades para llegar a ser sacerdote, le pregunté por la JMJ de Lisboa y que mensaje de Francisco le había calado más, no lo dudó y respondió “en la Iglesia cabemos todos, todos son todos”. Este mensaje lo repitió en las palabras finales de agradecimiento que pronunció con emoción en la celebración de su ordenación, además pedía nuestra ayuda para su nueva labor pastoral y poder “ir haciéndome un buen cura”.
En la Iglesia cabemos todos, y la verdad que eso parecía al ver el templo de Nuestra Señora de la Asunción de Caminreal lleno de sacerdotes, seminaristas, familia, amigos y fieles que acompañaron a Alfonso. Tras la lectura del Evangelio comenzó el rito propio de la ordenación, llamado por el rector del seminario, don Juan Pablo Ferrer, fue presentado a nuestro Obispo, Mons. José Antonio Satué, como digno de ser sacerdote.
En la homilía, don José Antonio, le recordó a Alfonso que “tu servicio al Pueblo de Dios se va a desplegar en tres funciones o tareas concretas: enseñar, celebrar y pastorear” destacando estas tres labores también le exhortó a “entrégate sin remilgos ni excusas al pueblo que se te ha confiado, unido al Buen Pastor que da la vida por sus ovejas”. En su parte final de la homilía quiso mandarles un mensaje a los jóvenes, “muchos estáis aquí porque habéis compartido con Alfonso la Peregrinación Europea de Jóvenes del año pasado o la reciente Jornada Mundial de la Juventud” y les dijo que si quieren ser felices de verdad “atreveos a ir contracorriente, escuchad los deseos más hondos de vuestro corazón, y en ellos descubriréis la llamada de Dios […] Y si escucháis la llamada de Dios a ser sacerdote, como Alfonso, o a ser religiosa o misionero, a ser madre o padre de familia… no le hagáis oídos sordos”.
Una celebración hermosa y solemne en la que Alfonso no se quiso olvidar de su familia, su madre visiblemente emocionada se fundió en un gran abrazo con él, también se recordó a su padre José, fallecido durante la pandemia. Tras la eucaristía Alfonso invitó a todos los asistentes a, como dijo él mismo, “una infusión fría de cebada y lúpulo”. Enhorabuena Alfonso y a toda nuestra diócesis.
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