El pasado sábado 7 de octubre el arzobispo D. Carlos Escribano instituyó los Ministerios de Lector y Acólito a cinco personas de la Archidiócesis de Zaragoza, Mariaje, Paco, Gema, Juan y Montse. El acto se celebró en la basílica Santa María de los Sagrados Corporales (Daroca), por la identidad eucarística que implica este ministerio como custodios y embajadores del Santísimo Misterio tan vinculado a esta Basílica.
La Archidiócesis de Zaragoza ha sido la primera diócesis de España en llevar a cabo esta institución de ministerios laicales. Las instituciones de Catequistas tuvieron lugar el domingo 1 de octubre y las de Lector y Acólito, el pasado 7 de octubre.
Montserrat Rescalvo, una de las mujeres instituidas el pasado 7 de octubre, escribe la siguiente carta:
Habiendo tenido un discernimiento personal y comunitario, se ha reconocido a las cinco personas instituidas en el ministerio de Lector y Acólito una adecuada preparación y formación para servir fielmente a Dios y al pueblo cristiano. Los fieles laicos han sido llamados por el Señor, de quien han recibido una misión a favor de la Iglesia y del mundo.
Está decisión de conferir a las mujeres también estas funciones, no solamente a hombres, nos da un reconocimiento público y un mandato del obispo, haciendo efectiva en la Iglesia la participación de todos/as en la obra de evangelización, como recalca el Papa Francisco y nuestro Plan Diocesano VITA.
Se trata de un servicio litúrgico muy importante para la Iglesia que trasciende la celebración y conlleva su propia espiritualidad, la cual se concreta en un determinado modo de vivir: del servicio litúrgico de la Palabra de Dios a hacer dicha Palabra vida en la vida de cada día; y del servicio litúrgico del altar a vivir el testimonio y la entrega en lo cotidiano.
Por tanto, estos ministerios suponen un regalo para la Iglesia. Y para nosotros/as, como dones recibidos que se convierten en una tarea y una responsabilidad que debemos asumir y asumimos libremente y con gratitud.
Si nos dejamos llevar por Él, todo será posible porque hay que mojarse, atreverse y fiarse.
Termino con estas palabras de aliento que el evangelio nos da a conocer:
“Sirvamos cada cual con nuestros diferentes dones” (Rom 12,6)