El sábado pasado, 7 de octubre, fue la celebración por todo lo alto de estos 60 años de servicio de nuestra Cáritas Diocesana. Comenzaron los actos en el Catedral, con la Eucaristía de Acción de Gracias presidida por nuestro Obispo, don José Antonio, y gran parte del presbiterio diocesano.
En su homilía, don José Antonio destacó la respuesta que dio la antropóloga Margaret Mead, cuando fue preguntada por cuál consideraba ella que fue el primer signo de civilización en la Humanidad, a lo que respondió «un fémur que alguien se fracturó y luego apareció sanado«, señalando que hubo alguien que ayudó a quien lo necesitaba, lo cuidó y acompañó. Siendo esto un «signo luminoso de nuestra condición de hijas e hijos de Dios«. Nuestro Obispo proclamó la importancia de este plan que Dios «trazó para que todos sus hijos e hijas puedan curar sus piernas rotas, para que <<tengan vida y la tengan abundante>>«
Durante la Eucaristía se realizó un envío simbólico, miembros de la comisión diocesana de Cáritas recibieron un pin de manos de Natalia Peiró, Secretaria General de Cáritas Española, y del propio Obispo.
Tras la misa, en el claustro del Obispado, Juan Marco Deler, director de nuestra Cáritas diocesana presentó la ponencia ofrecida por Natalia Peiró. Peiró destacó que uno de los retos que se enfrenta Cáritas, y especialmente las que son como la de Teruel es el papel del voluntariado, su renovación y cómo poder activarse para los tiempos que vienen con una sociedad más diversa, “Tenemos que ver cómo animar y escuchar al voluntariado para ver cómo afrontar el futuro”.
Posteriormente tomó la palabra de nuevo el Sr. Obispo, quien propuso 3 regalos de cumpleaños que podemos hacer a nuestra Cáritas: el primero que haya en cada parroquia o unidad pastoral, por pequeña que sea, un grupo de Cáritas; el segundo trabajar más en común, prestar un mejor servicio coordinados y por último, mejorar la atención, que no solo se sientan bien atendidos «sino que se sientan amados y valorados«, miembros de nuestra comunidad.
Finalizó la jornada festiva, a la que acudieron cientos de voluntarios, autoridades civiles y militares, miembros de otras Cáritas y fieles en general, con un aperitivo en los jardines del Obispado.