Después de diez años en nuestra diócesis despedimos a las Hermanitas del Niño Jesús de Buea (Camerún), congregación que ha estado realizando su labor en la Residencia del Seminario de Teruel.
La Congregación de las Hermanas de Santa Teresa del Niño Jesús de Buea fue fundada por Mons. Jules Peeters, natural de Holanda y segundo obispo de Buea (Camerún), el 25 de junio de 1963. Se trata de una ‘congregación femenina de religiosas con votos públicos de pobreza, castidad y obediencia, cuyo propósito es glorificar a Dios a través de la vida de entrega total a Dios y al servicio de su Iglesia.
Desde el 25 de junio de 2013 comenzaron a colaborar en nuestra diócesis por un tiempo indeterminado, en la Residencia Sacerdotal del Seminario de Teruel. Las cuatro primeras hermanas que llegaron fueron Lilian Vernyuy, Virginia Shuverla, Christiana Ndi y Patricia Ewoke.
En la mañana de ayer, 24 de agosto, se celebró una eucaristía de acción de gracias para despedirlas y agradecerles su labor. La misa estuvo presidida por el señor Obispo, don José Antonio Satué quien reconoció su trabajo en esta década:
«Las despedidas y el cierre de una casa siempre tienen un tono tristón […] pero no sería justo quedarnos solo con eso, queremos dar gracias a Dios por todo lo que ha supuesto su presencia aquí, en esta Iglesia […] Damos gracias a Dios por vuestro trabajo, por hacer presente vuestro carisma. damos gracias a DIos pos vuestra alegría«
Tras la comunión tomó la palabra Blas Sanz, Director de la Residencia El Seminario, quien valoró este tiempo de colaboración en la Residencia. «para nosotros ha sido una bendición y le damos gracias a Dios […] por las ocho hermanas que han pasado por aquí: Leonarda, Inmaculada, Victorine, Priscillia, Virginia, Lilyan, Christiana y Patricia«.
Para que recordasen esta etapa en nuestra diócesis, se les obsequió con un cáliz y una patena de cerámica de Teruel y un cuadro de recuerdo.
Finalizó este acto una de las hermanas, quien agradeció a toda la gente que les ayudó a integrarse en nuestra diócesis, a los obispos y sacerdotes, a los trabajadores de la residencia, a los residentes con los que han formado una familia, a la CONFER por tratarlas como hermanas y a don Alfonso Belenguer, que siempre ha estado con ellas, concluyendo los agradecimientos con estas palabras «nuestro final es el cielo, nos veremos allí, gracias de corazón«.