¡Buenos días! Amanecer a pie de playa se convierte en «placer cotidiano» aquí en Portugal. Un regalo tras otro, porque… ¡Hoy llega el Papa Francisco a Lisboa!
Nos preparamos para la llegada del Santo Padre compartiendo un rato juntos desde las nueve hasta la una. ¿En qué consiste? Se llama rise up y comprende un momento de oración, unos minutos para dialogar, una breve catequesis y la Santa Misa.
Hoy, la catequesis episcopal corre a cargo de Mons. José Ángel Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla. Pero la animación de este encuentro, que tenemos en el Hipódromo Manuel Possolo, ¡se ha encomendado al Coro de la Pastoral Juvenil y Vocacional de Zaragoza!
Por lo tanto, ahí estamos: 20 aragoneses dignificando un cara a cara con Cristo para 6.000 jóvenes hispanohablantes de todo el mundo. Saiz Meneses, que hoy cumple 67 años, nos habla de la valentía que exige esta tarea que tenemos: transformar el mundo. Los temas son: ecología integral, amistad social y misericordia.
También son importantes las aportaciones de los jóvenes: «Es importante cuidar nuestra relación con la naturaleza, nuestra relación con las personas y también nuestra relación con Dios» -señala Daniela Yepes, de Ecuador-. «Porque si nos fijamos solo en un aspecto del cuidado de nuestra casa común, el resto de la casa puede derrumbarse».
Lo que no se derrumba es nuestra alegría, puesto que además esta tarde disponemos de total libertad para disfrutar del lugar y los amigos. ¡Y toca Hakuna Group Music en Lisboa!
Algunos disfrutan de la playa, otros visitan el Monasterio de los Jerónimos o el castillo de Lisboa. Pero la mayoría nos dirigimos al concierto, que comienza a las ocho. La presencia de cientos de miles de personas cantando juntas «que todos seamos uno» convierte en eterno un instante como el que vivimos. De hecho el concierto dura solamente una hora.
El otro instante que podría hacerse «eterno» es el de la vuelta a Cascais. Sin embargo, los cantos en la propia estación y la alegría de saber que Francisco está aquí amenizan la hora y media que muchos tardamos en regresar desde la capital.
Cada una de estas pequeñas cosas que nos recuerdan que todavía no estamos en el Cielo nos traen, también, humanidad. Son momentos en los que hacemos amigos, nos conocemos con personas de todo el mundo y constatamos la universalidad de la Iglesia.