Qué maravilla de tiempo nos hace, un día más. Con esta brisa mañanera que resulta ser un placer cotidiano, más apreciado en verano. Y qué día más grande nos espera. Como tal, ¡hoy comienza la JMJ!
Nos reunimos a las 9 de la mañana en el Parque Palmela (Cascais, Portugal). Mucha música y una Palabra de Aliento abren nuestro apetito de Dios de un modo extraordinario. ¿Por qué la persona que tengo al lado canta así?, ¿quién le ha dicho al de delante que cierre los ojos cuando canta?, y eso que han leído, ¿por qué parece que me lo está diciendo a mí?
La labor que han los que nos acompañan es inigualable. Como si pusieran voz y brazos a «un Dios que sigue despierto» (Blanco Vega). En especial, son nuestros obispos los que siembran Presencia sin esperar nada a cambio.
El arzobispo de Zaragoza lo puede decir más alto pero no más claro: «Hemos venido para llegar a Jesús a través de María«. Y es que ella está siendo la gran protagonista de esta Jornada Mundial de la Juventud. Su premura a la hora de levantarse y ponerse en camino nos inspira también en este momento de la mañana.
Una vez nos hemos movido un poco, nos dividimos por grupos para reflexionar. Cuatro «tinajas»: nuestra apertura a Dios, la relación con la Eucaristía, la dimensión de acogida como la de María y el tema del acompañamiento o dirección espiritual.
Nos trasladamos a Lisboa y eso es lo que más comentamos: la maravilla que supone ver tantos jóvenes juntos celebrando la Santa Misa en familia. Una pequeña familia de trescientas mil personas. El Cardenal Patriarca de Lisboa, Mons. Manuel Clemente, anima a los jóvenes a imitar a María, saludando a todos, uno a uno: «Aprendamos de María». Además, defiende la cultura del encuentro real frente a la virtualidad.
Para finalizar nuestro día, cenamos gratuitamente alguno de los «menús peregrinos» (infinitas opciones) y volvemos a Cascais, cansados pero contentos.