El justo debe ser humano

Pedro Escartín
22 de julio de 2023

Un café con Jesús. Flash sobre el Evangelio del XVI domingo del tiempo ordinario – A –

Jesús continuó descubriendo los “secretos del Reino” por medio de parábolas. El evangelista recoge hoy tres: la de la cizaña sembrada por un enemigo donde el amo había sembrado buen trigo, la del grano de mostaza y la de la levadura; éstas últimas revelan la fuerza que tiene la buena semilla para transformar la vida humana (Mt 13, 24-43). El párroco se ha detenido en la de la cizaña, y pienso que el propietario arriesgó mucho al dejarla crecer con el trigo…

– Me parece que el dueño del campo fue demasiado atrevido -he dicho a Jesús cuando hemos percibido el buen aroma de nuestros cafés humeantes sobre la mesa-.

– ¿Por qué lo dices? ¿Piensas que hubiera debido arrancar la cizaña desde el primer momento? -me ha replicado tomando una taza entre sus manos-.

– Pues creo que sí. Las malas hierbas sólo sirven para estropear la sementera -he dicho con convicción-.

– Y para y distinguir con seguridad lo bueno y lo malo -ha añadido-. Me parece que no has prestado suficiente atención a la primera lectura: el libro de la Sabiduría ha dicho claramente que el Padre, gobernando con gran indulgencia enseña que «el justo debe ser humano» y que «en el pecado da lugar al arrepentimiento». ¿Qué sería de vosotros si no tuviera esa paciencia?

– Y mientras tanto, la cizaña puede malmeter el trigo -he replicado sin dejarme convencer-.

– Mira -me ha dicho después de tomar un buen sorbo de café-. Es cierto que la cizaña pudo impedir o dificultar el crecimiento del trigo, pero ambas plantas se parecen mucho al principio y los jornaleros, al arrancar la cizaña, hubieran podido arrancar también el trigo. El Padre quiere que nadie se pierda y sabe esperar hasta el momento del juicio definitivo para separar el trigo de la cizaña.

– El Padre no tiene prisa, pero nosotros sí -he vuelto a replicar sin dar mi brazo a torcer-.

– Y por eso muchas veces juzgáis a los demás con dureza -ha dicho mirándome a los ojos con severidad-. Recuerda que «el justo debe ser humano». ¿Hay algo más humano que equivocarse y arrepentirse? Pero, si no se dejara tiempo y lugar al arrepentimiento, la vida terminaría siendo insufrible.

Nos hemos quedado en silencio durante unos instantes mientras yo trataba de asimilar las últimas palabras de Jesús. Al poco, él ha continuado:

– Yo no reuní una comunidad de puros. Entre los Doce hubo de todo, bien lo sabes tú; unas veces eran generosos y prometían ir conmigo hasta la muerte y otras, disputaban entre ellos quién era el mayor. Y sobre todo dirigí mi mensaje a los pecadores: recaudadores, prostitutas, gente de poca fe…, gente de lo más normal entre vosotros, pero gente de buen corazón que llegaron a dar lo mejor de ellos mismos. ¿Eran cizaña o buen trigo? ¿Debí arrancarlos del campo en el primer momento? Mis adversarios estaban convencidos de que debía hacerlo, pero entonces también hubiera tenido que usar la misma vara de medir con ellos.

– Casi me has convencido -he dicho avergonzado-; pero así es como ese Reino, del que tanto hablaste, y la Iglesia, que quisiste que fuera su germen en esta tierra, no terminan de ser atractivos para el hombre actual, que busca la eficacia.

– ¿Y dónde dejas la parábola del grano de mostaza? Es un grano pobre, pero tiene fuerza para que llegue a ser un árbol donde puedan anidar las aves. Es el Padre y no vosotros quien la hace vigorosa -ha concluido, invitándome al café de este domingo-.

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