Vosotros valéis más que muchos gorriones

Pedro Escartín
24 de junio de 2023

Un café con Jesús. Flash sobre el Evangelio del XII domingo del tiempo ordinario – A –

El domingo pasado, Jesús envió a los Doce a anunciar la llegada del Reino de los Cielos. Sabía que la tarea no sería fácil y los preparó para que se mantuvieran firmes ante las dificultades, como testifica el evangelio de este domingo (Mt 10, 26-33). En la primera lectura, hemos escuchado un fragmento de las “confesiones” del profeta Jeremías (Jer 20, 10-13), injustamente acorralado por sus vecinos, pero no tuvo miedo, porque el Señor estaba con él…

– Es bien triste la situación del justo perseguido -he dicho a Jesús con los cafés en la mano-.

– ¿Lo dices por lo de Jeremías? -me ha preguntado recogiendo su taza de mis manos-.

– Y por lo que tú dijiste a los Doce -he confirmado sin dudarlo-.

– No pases por alto que también les infundí ánimo para hacer frente a la persecución: por tres veces les recalqué que no tuvieran miedo y añadí varios motivos para sostener su confianza -me ha advertido con una serenidad que proporcionaba paz y tranquilidad-.

– Sí; les dijiste que sólo temieran a los que matan el cuerpo, pero no pueden destruir el alma, pero ¿no crees que es un triste consuelo? -me he atrevido a replicar-. Tenemos alma y cuerpo y, si sufre el cuerpo, también el ánimo se amilana.

– Por supuesto -ha contestado con presteza-. Pero, si dejáis que el Padre sostenga vuestro ánimo, también alcanzáis una capacidad insospechada de aguante ante la adversidad. ¿Es que no te dice nada el abultado número de mártires inscritos en el martirologio de la Iglesia? Muchos de ellos, la mayor parte, no han sido personas excepcionales, sino gente corriente. Leer los relatos de sus vidas y de su muerte, además de interminable, es muy instructivo…

He tomado un sorbo de café como como para cobrar ánimo y he replicado:

– Me parece que esos relatos pertenecen a otro tiempo y a otras latitudes. Ahora y aquí no es tan fácil encontrar hombres y mujeres dispuestos a afrontar el desprecio y la muerte por ser fieles al mensaje que nos has encomendado.

– Me temo que tu visión es limitada, porque sólo conoces un trocito del mundo que te rodea y con el que te relacionas cada día -me ha dicho, cogiendo su café y, después de tomar otro sorbo, ha continuado-. Te recuerdo unos pocos ejemplos que cita Francisco, mi Vicario, en su exhortación sobre la santidad: «Pensemos -dice- en las siete beatas religiosas del primer monasterio de la Visitación de Madrid, en san Pablo Miki y compañeros mártires de Japón, en san Andrés Kim Taegon y compañeros mártires en Corea, en san Roque González, san Alfonso Rodríguez y compañeros mártires en Sudamérica, en el reciente testimonio de los beatos monjes trapenses de Tibhirine (Argelia)… Hay muchos matrimonios santos, donde cada uno fue un instrumento de Cristo para la santificación del cónyuge».

– Y, ya que has empezado, añadiré a los Mártires Claretianos de Barbastro, a Ceferino “el Pelé”, un gitano mártir por defender a un sacerdote maltratado, sin olvidar que, como dice el himno litúrgico, «martirio es el dolor de cada día, si en Cristo y con amor es aceptado…»

– Recuerda, amigo, que añadí: «No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso no tengáis miedo, no hay comparación entre vosotros y los gorriones». ¿No es motivo suficiente para tener ánimo en la adversidad? -ha concluido-.

– Pues si el Padre tiene contados los cabellos de mi cabeza, que añada el café, que te invito.

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