El que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí
INTRODUCCIÓN
Hace años empleaba yo, en el comentario a este evangelio, palabras como éstas: exigencia, radicalidad, renuncia. Hoy considero que ese lenguaje es inadecuado. Jesús no nos pide que renunciemos a nada, sino que elijamos lo mejor. Si elegimos bien, alcanzaremos la plenitud, dentro de nuestras posibilidades como seres humanos (Fray Marcos).
LECTURAS BÍBLICAS
1ª lectura: 2Re. 4,8-1114-16ª. 2ª lectura: Ro.6,3-4.8-11.
EVANGELIO
Mateo 10, 37-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.»
MEDITACIÓN-REFLEXIÓN
Este evangelio es difícil de entender si no hemos asistido asiduamente a escuchar las charlas excelentes del amor que nos da Jesús en los evangelios. Nos desorientamos cuando oímos: “El que quiere a su padre, a su madre, a su hijo, a su hija más que a mí no es digno de mí”. ¿Cómo hay que entender estas frases? ¿Acaso Dios es un egoísta que nos reclama todo el amor sólo para Él? ¿O es un Dios celoso de nuestros amores humanos? ¿Acaso Dios se enfada cuando ve que nos queremos mucho? ¡Todo lo contrario! Por encima de todo hay que mantener que Dios sólo tiene una tarea, una ocupación, una preocupación: que todos nosotros seamos plenamente felices. Dios sabe que no podemos ser felices sin amar y ser amados; y también sabe que no podemos ser plenamente felices si nuestro amor no es auténtico. ¿Qué características tiene este amor del que nos habla Jesús?
1.– ES AMOR GRATUITO, TOTALMENTE DESINTERESADO. En todos los amores humanos, por nobles y grandes que sean, aunque se trate de amores de padres e hijos, se puede colar el GUSANO del egoísmo. Y este gusano mata el auténtico amor. La verdadera vida, la que produce nuestra verdadera felicidad, consiste en el amor. “Sólo el amor hace que la vida merezca ser vivida: Sólo la ayuda desinteresada a los demás procura la gran alegría de vivir” (Karl Tillmann). Este amor gratuito que brota espontánea como el agua de un manantial; el que da a cambio de nada, el que no exige paga, sino que le basta con existir para ser pagado; este amor que no conoce límites ni fronteras, no puede realizarse sin una auténtica muerte al egoísmo personal. Y éste es el que nos dio Jesús muriendo por nosotros en la Cruz. Si el egoísmo y el afán de ser “como Dios” expulsó a nuestros primeros padres del Paraíso; sólo la muerte a ese egoísmo nos puede llevar a reiniciar la vuelta al paraíso de nuestra plena felicidad.
2.– ES AMOR HUMANO Y AMOR DIVINO INTIMAMENTE UNIDOS. Los dos mandamientos ya estaban en el A.T. Del amor a Dios se habla en Dt. 6,4 “Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas”. Y el amor al hermano también estaba en Lev.19,18 “Amarás al prójimo como a ti mismo”. Pero estos dos mandamientos estaban separados, no sólo en libros distintos, sino en la vida real. Se podía amar a Dios sin necesidad de amar al hermano. La genialidad de Jesús fue el haberlos unido para siempre: (Mc. 12,28-34). El amor a Dios y al hombre son vasos comunicantes. No se pueden dar el uno sin el otro. Por consiguiente, ese amor total que debemos a Dios “con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas”, se lo debemos también a nuestros hermanos. Y este es el supremo don que Dios nos puede dar. Amar así es estar ya en el paraíso. Si Dios quiere que no nos amemos a medias es porque no quiere para nosotros una felicidad a medias.
3.– ES AMOR DETALLISTA. Un amor vivido así tiene detalles. Detalles por parte de Dios que no deja de sorprendernos cada día. Pero también detalles de los hombres. El evangelio nos habla de un vaso “de agua fría”. Un vaso de agua tibia en verano es como ofrecer una cerveza caliente. El bien hay que hacerlo bien. Y en estos mil detalles de cada día está la esencia de la felicidad de una vida normal y corriente. Dice muy bien esa gran mujer y poeta, Gloria Fuertes: “El voluntariado no ha pintado un cuadro, no ha hecho una escultura, no ha inventado una música, no ha escrito un poema, pero ha hecho una obra de arte”. Y es un arte vivir en el amor, evitando todo lo que hace sufrir a los demás, vivir para agradar, para hacer felices a los demás. El evangelio está hecho de mil detalles conocidos. Nos cuenta San Clemente (tercer Papa) un bonito detalle que viene de la tradición: Jesús, se despertaba de mañana, antes de salir el sol, y se iba a orar. Este dato lo pone(Mc. 1,35). Pues bien, la costumbre de Jesús era tapar bien a los discípulos antes de marchar, para que no se resfriaran al llegar la madrugada.
PREGUNTAS
1. ¿Caigo en la cuenta de que las cosas más bellas de la vida: el sol, el agua, el aire el amor…me los da Dios gratis?
2. ¿Me paro a pensar lo felices que serían las personas con quienes convivo cada día, si los amara con todo mi corazón? ¿A qué espero?
3.- ¿Me preocupa el pensar que una vida sin detalles de amor es una vida triste y aburrida? ¿Por qué no inicio el verdadero camino de mi felicidad?
ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ
Somos esclavos, Señor,
de un opresor «consumismo»,
pero la felicidad
no es fruto de los «caprichos»
Detrás de todo placer
se encuentra amargura, frío,
como hallan agua salada,
al llegar al mar, los ríos.
Hoy, Señor, en tu Evangelio
anuncias a tus discípulos
que sólo serán felices,
si viven en paz Contigo.
Tú eres para los creyentes
VIDA, VERDAD Y CAMINO.
Tú pones las condiciones
a quien quiere ser tu amigo:
«Amarte a Ti, por encima
de los padres y los hijos,
tomar la cruz y morir
como los granos de trigo».
Sólo estrujando las uvas
se obtiene, Señor, buen vino.
Y amando a fondo perdido
se da a la vida sentido.
Señor, que todos vivamos
con la humildad de los niños,
la libertad de las aves
y el esplendor de los lirios.
(Escribió estos versos José Javier Pérez Benedí)