“Todos somos filósofos porque pensamos y nos conmovemos. Hay gente muy reflexiva que no tiene estudios de Filosofía, ni falta que le hace. El pensamiento está en muchos sitios. Hay pensamiento en la vida sencilla. He conocido a mucha gente sin ningún estudio, pero con mucha humanidad, mucha fuerza. El pensar no está restringido a nadie. Nos incumbe a todos. Nuestra alma necesita alimento. Otra cosa es que vivamos en una sociedad demasiado acelerada y evasiva y que el cultivo del pensar quede relegado”. (Josep María Esquirol)[1]
Alegra y anima encontrarse con textos y afirmaciones como la que acabas de leer. Todos somos filósofos porque todos pensamos y nos conmovemos.
No sé cuál es la relación personal con la transcendencia y con la fe religiosa del autor de esta afirmación. Sí nos dicen, al presentárnoslo, que en sus escritos nos “desafía a reflexionar sobre la atención al prójimo, el trabajo bien hecho, cómo resolver las grandes preguntas del ser humano… cuestiones, sin duda, centrales para el ser humano y, por tanto, para los cristianos. También nos dicen que “critica la obsesión por la inmortalidad”. Por ejemplo, cuando afirma: “El sueño de la inmortalidad es un intento de evadirse de lo fundamental: el ser humano es mortal y no va a dejar de serlo”. Puede interpretarse como que todo termina en la muerte y nada más. O que, siendo innegablemente mortales, estamos llamados a la eternidad en y con Dios, como creemos todos los cristianos. Y esta fe no nos aleja, sino que nos compromete más, de nuestra responsabilidad humana de trabajar por un mundo mejor, un mundo nuevo según el plan de Dios. Que es lo más opuesto a ‘desentenderse de este mundo’. “No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno” (Jn 17,15).
Sea cual sea la cercanía o lejanía del autor ante la fe religiosa, lo que quiero resaltar es que “todos somos filósofos porque pensamos y nos conmovemos”. Pensar y conmoverse. No solo pensamos ‘fríamente’. Ni nos conmovemos solo superficialmente. Sino que unimos pensamiento y corazón. Cuando pensamos y no nos conmovemos, nuestro pensamiento es vacío, egoísta, puramente desencarnado. Cuando nos conmovemos sin pensar, nuestra conmoción puede ser superficial, hipócrita, de postureo o conveniencia. O que somos especialmente sensibles.
Por tanto, solo somos ‘filósofos’ -humanos, que es lo mismo- si pensamos y nos conmovemos. No perdamos nunca la esperanza realista y bien arraigada en la historia porque:
“Hay gente muy reflexiva que no tiene estudios de Filosofía, ni falta que le hace.
El pensamiento está en muchos sitios.
Hay pensamiento en la vida sencilla. He conocido a mucha gente sin ningún estudio, pero con mucha humanidad, mucha fuerza.
El pensar no está restringido a nadie. Nos incumbe a todos.
Nuestra alma necesita alimento”.
¡Qué gran verdad! Mucha gente sencilla, sin títulos (solo el de la vida vivida y pensada), lee, interpreta y vive la vida con una profundidad y verdad que sorprende al ‘muy leído’, cuando se deja sorprender. “El pensamiento está en muchos sitios”.
¡Qué gran verdad! “Nuestra alma necesita alimento”. No solo nuestro cuerpo, también nuestra alma, nuestro espíritu, nuestra esperanza… buscan con la misma necesidad e importancia su alimento. Y ese alimento es pensar, reflexionar, dialogar, leer serio, compartir ideas y aspiraciones, tener objetivos nobles en la vida, estar atento a las necesidades que nos rodean. Sin olvidar la apertura a la trascendencia, a Dios, a la oración.
¡Qué gran verdad! El pensar no está restringido a nadie. Nos incumbe a todos. Todos hemos recibido ese don y esa responsabilidad. Todos, también las personas con diferentes capacidades. Nadie está excluido. A nadie debemos excluir.
Sin perder la esperanza y el compromiso. Ya que no podemos olvidar “Otra cosa es que vivamos en una sociedad demasiado acelerada y evasiva y que el cultivo del pensar quede relegado”. Pero, ¡qué gran verdad! La esperanza encarnada puede hacer frente a esta “sociedad demasiado acelerada y evasiva”. Y personalmente o grupalmente intentar salir de ella. Y se consigue, seguro.
Estamos llamados TODOS, sin excepciones, ni escusas, ya que “Todos somos filósofos porque pensamos y nos conmovemos”. Solo debemos creerlo y actuar en consecuencia. Sin olvidar aquel sabio consejo de San Felipe Neri a los muchachos de las periferias de Roma: “Sed buenos… si podéis”.
[1] FÁTIMA URIBARRI. Josep María Esquirol. Premio XLsemanal 2023 de Pensamiento. XLsemanal. Nº 1857. 28 mayo-3 junio 2023. Sin página numerada.