El verano, del que encaramos su recta final, ha estado marcado por la Peregrinación Europea de la Juventud que han vivido 67 jóvenes de nuestra diócesis con su pastor, don Ángel, a la cabeza. La expectación a la salida y los rostros felices -y cansados- al regreso, hace una semana, son el resumen de un camino con valoraciones muy positivas de los participantes y organizadores, que ya miran hacia Lisboa 2023.
Nuestro obispo, que caminó, animó y celebró, distingue tres momentos en la vivencia diocesana de esta PEJ22. El primero, el previo. “Habría que destacar de manera singular y especial a nuestro gran equipo de animadores que se ha entregado para materializar los que sin duda ha sido un acontecimiento de gracia”, señala. Y es que todos los delegados de Pastoral Juvenil de las cinco diócesis aragonesas, más La Rioja, han trabajado durante todo el año para que la cita fuera un éxito. “Mover 600 jóvenes de nuestras diferentes diócesis sobre el papel parece fácil, pero la realidad después no es nada fácil. Y yo por eso destacaría el gran trabajo que, bajo la dirección de nuestro Metropolitano, don Carlos Escribano, se ha realizado para que todo cuadrara a la perfección”.
Quienes han participado lo saben: en el detalle ha estado el éxito. Tanto en el contenido religioso, con todas las celebraciones milimétricamente preparadas, como en la logística: tres camionetas, un autobús, un equipo con médico y personal de enfermería, toda una batería de duchas para que en uno de los lugares donde no había posibilidad de ducharse pudiera tener toda la infraestructura, el catering. “Un diez para este equipo de delegados y responsables de la Pastoral Juvenil Vocacional de nuestras diócesis, pero sobre todo por el modo de trabajar de manera corresponsable”, añade mons. Pérez.
El camino en sí constituye en segundo momento, que se inició en la madrugada del viernes 29 de julio recogiendo en diferentes puntos a los jóvenes que se iban incorporando, para llegar a Lugo y ser recibidos por el delegado de Pastoral Juvenil. La acogida en la Catedral y la celebración de la eucaristía “motivó esta peregrinación de manera sublime. Y ya comenzamos todo”. Un todo acompañado por tres obispos y un arzobispo, imagen elocuente de esta PEJ22. “Ya en Ferrol presidió la celebración don José Antonio. En aquel momento yo fui el primer sorprendido al ver toda una catedral repleta de gente joven. A mí eso me llenó de esperanza y de motivación. He quedado sobrecogido por la respuesta”.
Al día siguiente, muy temprano, todos arriba. Comenzaba el camino, milimétricamente, todo calculado. Intendencia, desalojo, que todo quedara limpio y al día siguiente tenerlo todo a punto. Con la oración se iniciaba cada jornada, que fueron cinco y siempre con la misma dinámica. Tras la llegada al punto de destino, escucha, intendencia y momentos de encuentro y de reflexión, pensando en la motivación que esta peregrinación tenía: encontrarse, a los pies del Apóstol, con el Señor.
Así que la tercera etapa es lo propiamente vivido en Santiago de Compostela. “Y en Santiago de Compostela vivimos cuatro días extraordinariamente ricos, fecundos, de gran colorido, de gran experiencia…”, resume. De la oración inicial a las catequesis, la eucaristía a mediodía, el almuerzo y las tardes de interesantísimos para que los muchachos pudieran tener también espacios culturales y lúdicos, sobre temas de gran interés para ellos. Todo ello sin olvidar los espectáculos, conciertos, noches que se alargan…
Y llegó el momento de la vigilia, que para don Ángel resultó “mágica, sorprendente, sobrecogedora, muy actual y moderna. ¿Se puede vivir y celebrar de manera joven, de manera profunda y de manera también muy significativa con el lenguaje de los mismos jóvenes? Pues eso es todo lo que nosotros veníamos buscando”, considera nuestro obispo. Al día siguiente, la celebración de la clausura, presidida por el legado del Papa Francisco, cerró la Peregrinación Europea de la Juventud 2022, una experiencia que, dicen los que han participado, nunca podrán olvidar.
