Entrevistamos a Pablo Vadillo, un joven sacerdote de la diócesis de Zaragoza y delegado episcopal de Pastoral Juvenil.
Año y lugar de nacimiento. Nací el 14 de agosto de 1992 en Zaragoza. Actualmente soy sacerdote de la Iglesia de Zaragoza.
¿Cuándo conociste la fe? La fe la conocí en el seno de mi familia, aunque si bien es cierto mi profundización en la fe tuvo lugar a raíz de apuntarme en la cofradía de las Siete Palabras y de san Juan Evangelista de Zaragoza, donde sentí la vocación sacerdotal y desde donde respondía a la misma.
¿Qué rezas por las noches? ¿y al levantarte? Al ser sacerdote, tengo la misión de orar por las personas que el Señor, por medio de la Iglesia me confía. Una de las formas más bellas de oración es la Liturgia de las Horas. Son sencillos momentos de oración con los salmos y la Palabra de Dios que se van distribuyendo a lo largo del día de forma que hacen que la presencia de Dios envuelva todo el día. Por la mañana, por tanto, rezo la oración de Laudes con el Oficio de Lecturas y por la noche, las Completas.
¿Cómo te sentiste al ser nombrado delegado? La primera reacción siempre es la sorpresa, el miedo a no saber cómo hacer, cómo poder responder a lo que la Iglesia y el Señor te piden en ese momento. El segundo sentimiento, creo que es siempre la ilusión y la confianza, la esperanza de que dejarás al Señor que te guíe para hacer su voluntad en la realidad que te ha confiado, siendo sus manos, sus pies, sus ojos, su voz…
¿Qué campo atiende tu delegación episcopal? La delegación episcopal que se me ha confiado es la de Pastoral Juvenil. Es una delegación que está al servicio de todos los jóvenes de nuestra diócesis, creyentes y no creyentes, aquellos que conocen a Dios y a aquellos que lo están descubriendo, los que participan en nuestras parroquias, en movimientos asociados o no, en definitiva, a todos los jóvenes desde su realidad y para su realidad.
¿A qué retos se enfrenta actualmente? Actualmente, creo que la Pastoral Juvenil se enfrenta al reto de ilusionar, de transmitir ganas de querer conocer a Jesús, de que Dios sea alguien importante en la vida de los jóvenes de hoy. Creo que también nos encontramos ante el reto de que los propios jóvenes se consideren evangelizadores de los demás jóvenes.
¿Ha cambiado tu vida desde que desempeñas este cargo? Cuando asumes un servicio como este, la vida siempre se complica en el buen sentido de la palabra. Ser delegado significa, servir, implicarse en los jóvenes, por ellos y para ellos.