Opinión

Carlos Munilla

Un sencillo y gratuito compartir

28 de febrero de 2018

Hoy simplemente quiero compartir y ofrecer algunos textos e ideas que he encontrado en este último mes a través de la lectura de algunos libros y artículos, que pueden servir de referencia y ayuda para acercarse a la cultura japonesa y al dialogo entre Oriente y Occidente.

 

El primer texto es de Ruth Benedict, quien en su célebre obra “The chrysanthemum and the Sword”, analiza con frialdad las virtudes y defectos del japonés:

“Ambos la espada y el crisantemo, son partes de un mismo cuadro. Los japoneses son, en sumo grado y a un mismo tiempo, agresivos y pacíficos, militaristas y amigos del arte, soberbios y corteses, tercos y acomodadizos, sumisos y resentidos, fieles y traidores, valientes y tímidos, conservadores y acogedores fáciles de métodos nuevos. Sufren mucho cuando se preocupan de lo que otros piensan acerca de su conducta pero se sienten amilanados ante una culpa que los demás ignoran. Sus soldados son disciplinados hasta el extremo, pero al mismo tiempo también son insubordinados”. Estamos ante un pueblo eminentemente contradictorio.

 

El segundo texto corresponde al libro “Historia de la Filosofía Japonesa” de Jesús González Valles, un sacerdote dominico español que durante 22 años de estancia en Japón, nos habla de las enormes diferencias entre el alma occidental y oriental.

“Mientras que el occidental prefiere las formas reales de las cosas, el oriental se inclina a la ausencia de formas, a los espacios vacíos, o a los silencios de una pieza musical. Para servirnos de una explicación gráfica, diríamos que el alma oriental se siente fascinada ante el silencio circundante de una montaña solitaria donde, por ejemplo, esta trinando un ruiseñor. Parecerá una contradicción pero el trino del ruiseñor hace que el silencio reinante en la montaña sea más profundo. En esta situación el oriental diría que los trinos de los pájaros revelan el silencio o, dicho de otro modo, el canto del ruiseñor expresa un no-canto”. Estamos ante la cultura del vacío.

En el libro “Asian versus western management thinking”, Kimio Kase expone una serie de ideas que voy a intentar parafrasear:

Para los asiáticos importan más los nexos entre los objetos que las características intrínsecas de los mismos. Los occidentales dividen la realidad en categorías y los asiáticos en términos de relaciones. En la cultura occidental prevalece una visión analítica, mientras que en la oriental subyace una más holística. La primera procede de la filosofía griega, que es la que dará lugar al mito de Homero y del individuo. Los griegos veían una cierta estabilidad en el mundo y glorificaban a los héroes. Para los asiáticos el tiempo no es lineal, sino circular y los acontecimientos no son fruto de decisiones determinadas, sino que hay un cambio continuo.

 

Para terminar, como recordaba el filósofo Hu Shih:“En la filosofía de Confucio, el hombre no puede existir solo; toda acción tiene que ser bajo la forma de una interacción”. Según el antropólogo Edward T. Hall, “el ego de occidente está compuesto de atribuciones fijas y puede moverse de un contexto a otro sin grandes alteraciones. Pero para los asiáticos, la persona está tan conectada con los demás, y su ego depende del contexto. Si una persona sale de su red social habitual, este individuo literalmente se convierte en otra persona”.

Son solo huellas para vislumbrar el misterio de la cultura japonesa y ese delicado pero desafiante dialogo entre Oriente y Occidente.

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