El camino sinodal emprendido el pasado mes de octubre llega a su término en su fase diocesana. Toca hacer balance sereno a la luz del Espíritu de todo lo que el trabajo sinodal está suponiendo para la vida de la Archidiócesis. Han sido meses de escucha, comunión y participación que, a buen seguro, van a traer muchos frutos evangelizadores. En la Asamblea Diocesana del próximo 13 de Mayo conoceremos la síntesis de lo que los 400 grupos sinodales habéis trabajado. El Espíritu ha ido hablando a cada corazón y ha ido proponiendo caminos de conversión. Fruto del consenso y de la fiel tarea del Equipo Sinodal iremos delineando los caminos que el Señor nos está sugiriendo.
El primer fruto de la fase diocesana ha sido ya lo vivido. Muchas personas os habéis sentido llamadas a participar en esta consulta que el Papa, en un ejercicio de corresponsabilidad nunca visto, ha realizado a la Iglesia universal. Esta participación es ya un gran don, os habéis sentido protagonistas de un proceso eclesial que desea animarnos a caminar juntos, apostando por la riqueza de carismas y ministerios. Descubrir o redescubrir que la Iglesia cuenta con todos es ya un gran regalo, porque nos sitúa en la lógica del darnos, en la lógica del construir.
De la misma manera, otro gran fruto ha sido el vivir una metodología distinta a las habituales en nuestras reuniones, en donde la escucha mutua daba lugar a la escucha del Espíritu. El proceso sinodal es un camino de conversión eclesial y de corresponsabilidad para la misión pero eso empieza en la apertura espiritual de cada creyente que se deja tocar por la acción de Dios en su vida y reconoce también la acción del Señor en sus prójimos.
Quiero agradecer a todos los que habéis participado en la fase diocesana del Sínodo, aportando vuestra experiencia de sinodalidad en los grupos y también a todos los que, de manera individual, habéis contestado los cuestionarios. Este empeño de todos por buscar la voz del Espíritu no acaba aquí. Sintiendo con la Iglesia universal, que en las siguientes fases del Sínodo, seguirá contando nos nosotros, os invito, en este tiempo pascual a ser testigos de esperanza. El proceso diocesano del Sínodo en sí ya ha sido una gran experiencia de sinodalidad, ahora, nos toca a todos, no dejar morir el entusiasmo y la comunión que hemos experimentado.
La mirada sinodal a nuestra Iglesia particular de Zaragoza, expresada en la síntesis final que pronto conoceremos, nos permitirá con más certeza plantear nuevos retos evangelizadores. El Plan Pastoral VITA está llamado a enriquecerse con la experiencia del Sínodo en su fase diocesana. Los grupos sinodales que han ido adquiriendo una metodología y una fidelidad en sus encuentros están llamados a ser cauce de renovación de la vida diocesana.
Os invito a participar en la Asamblea Diocesana, según las orientaciones del Equipo Sinodal, para dar gracias a Dios por el gran regalo que está suponiendo la experiencia del caminar juntos y para seguir pidiendo la luz del Espíritu.