Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

¡Hermanos! ¿Hermanos? ¿Hermanos? ¡Hermanos!

11 de mayo de 2022

Hay palabras humanas, universales, sagradas, cristianas, a las que deberíamos acercarnos descalzos. Más que palabras, deberían ser, por encima de todo, dedicación y tarea. Y usarlas solamente cuando aportan fuerza a la tarea de hacerlas realidad progresivamente. Hermano, hermanos es una de ellas.

                “Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos…

                Porque allí manda el Señor la bendición, la vida para siempre” (Salmo 133 -132-)

“Esta verdad está en la base de la visión cristiana de la humanidad. Sin la fraternidad que Jesucristo nos ha dado, nuestros esfuerzos por un mundo más justo no llegarían muy lejos, e incluso los mejores proyectos corren el riesgo de convertirse en estructuras sin espíritu”. (FRANCISCO. Bendición urbi et orbi Navidad 2017). Válido para los cristianos y para toda persona que valora ser humano y vivir como tal.

 “La lectura del Génesis nos habla de Caín y Abel (4,1-15.25). Por primera vez en la Biblia se dice la palabra hermano. Es la historia de una fraternidad que debería crecer y ser hermosa, pero que acaba destruida. Una historia que comienza con pequeños celosY crece, crece. Así crecen las enemistades entre nosotros: comienzan con una cosa pequeña, unos celos, una envidia, pero luego crece y vemos la vida solo desde ese punto” (FRANCISCO. Homilía 13 febrero 2017)

“Todos vosotros sois hermanos” (Mt 23,8b). ¡HERMANOS!

“¿Por qué te fijas en la MOTA que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la VIGA que llevas en el tuyo? (Mt 7,3)- ¿HERMANOS?

“Hijo… este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado” (Lc 15,32). ¡HERMANOS!

“Cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres…” (Lc 15,30). ¿HERMANOS?

“¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano?” (Mt 18,21) ¡HERMANO!

“Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano” (Mt 18,35) ¿HERMANOS?

“Amaos cordialmente unos a otro; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo” (Rom 12,10) ¡HERMANOS!

Entre las tribulaciones de Pablo: “peligros entre falsos hermanos” (2 Cor 11,26) ¿HERMANOS?

                ¡Hermanos somos! ¿Somos hermanos? La afirmación -lo somos- nos lleva a trabajar por responder positivamente a la pregunta – ¿lo somos- desde nuestro a pie de calle diario. Y también, ¿cómo no?, en las relaciones que amplían ese a pie de calle diario: familia, trabajo, compañeros, vecinos, pobres, enfermos, religiones distintas, pueblos y razas, opciones políticas diversas, corrupción u honradez, palabras y ética personal…

                En nuestras comunidades y organizaciones cristianas, ¿cómo andamos de fraternidad? Ciertamente, hay muchas relaciones fraternas, sin dudarlo de ninguna manera. Pero también… ‘si viene este o esta yo no voy’, o queremos imponernos, o hacemos comparaciones nada fraternas, no hablamos bien de este o del otro, ciertos protagonismos… Si somos hermanos, que lo somos, ¡seámoslo!

“Cuántas enemistades, cuántas divisiones. También en nuestros presbiterios, en nuestros colegios episcopales, ¡cuántas divisiones comienzan así! Pero, ¿por qué a ese le han dado esa sede y no a mí? ¿Y por qué a ese?… Cosas pequeñas, divisiones que destruyen la fraternidad”. (FRANCISCO. Homilía 13 febrero 2017). Y cuánto decimos o escribimos: ’Queridos hermanos’, añadiendo nombres propios o comunes. Y solo es una fórmula gastada, abusada y no realidad. ¡Ojalá sea un deseo sincero!

Todos estamos llamados a respetar esa palabra, esa realidad que somos por don del Padre. A desterrar la hipocresía, uno de los mayores gestos antifraternos: decir lo que no se siente o no se quiere revisar ni hacer lo posible por ir avanzando.

“No será así entre vosotros” (Mt 20,26; Mc 10,43; Lc 22,26). “Pero yo os digo” (Mt 5,22.28.32.34.39.44). Son frases de Jesús que nos ponen un alto listón para ir asimilándolo en la mente, en el corazón y en la vida. Es el ‘más’, el ‘plus’, el ‘magis’ de Jesús, especialmente sobre las relaciones fraternas; entre los ‘hermanos’, como llama San Pablo a los cristianos en sus cartas.

No es extraño que Jesús insista una y otra vez: “Si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda” (Mt 5,23-24)

                Entre las admiraciones de lo que somos, ¡sí, somos hermanos!, y el interrogante de lo que estamos llamados a ser, queda la tarea de ir haciéndolo poco a poco y sin descanso. Tarea fascinante y nunca lograda del todo. Por eso: ¡a seguir trabajándolo!

                Sin olvidar el gozo que podremos experimentar:

                “Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos…

                Porque allí manda el Señor la bendición, la vida para siempre” (Salmo 133 -132)

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