Miles de personas participaron en los más de cincuenta eventos organizados en torno a la figura del santo obispo Valero, patrono de la Ciudad y de la Iglesia diocesana de Zaragoza. Su festividad, el 29 de enero, fue el marco para una iniciativa recogida en la Programación Pastoral y que se hace eco de la llamada de Francisco a edificar una Iglesia de “puertas abiertas” que saliendo de la comodidad, llegue a todas las periferias que necesitan “la luz del Evangelio”.
Contra todo pronóstico. Puente en la ciudad de Zaragoza, ideal para trasladarse a las estaciones de esquí o para aprovechar las ofertas culturales de grandes urbes como Barcelona, Madrid o Sevilla. La premura del tiempo y la precipitación en la convocatoria. El frío y el viento. Todas estas prevenciones no sirvieron de nada ante el deseo de muchos zaragozanos de saciar su curiosidad: “¿Todavía funciona eso de la Iglesia católica?”.
Dulce María Villalba tenía unos deseos enormes de visitar el monasterio de la Resurrección, perteneciente a la Orden de Canonesas del Santo Sepulcro. En la mañana del día de san Valero, se permitían visitas libres a la zona mudéjar al cenobio. Allí se encontró con cientos de personas. 817, en concreto, fueron las que visitaron ese singular reducto monástico en la Zaragoza más antigua, edificado sobre un lienza de las murallas romanas. De allí, salió con la determinación de volver, pues “logramos hablar con las hermanas y pedimos información sobre sus actividades”. Descubrió que ese edificio no solo es arte, sino un lugar de acogida, oración y experiencia comunitaria. El día anterior, Dulce María había visitado Alma Mater Museum, en el palacio arzobispal: “Me encantó, no lo conocía, me pareció precioso, nos acoplamos a una de las visitas guiadas gratuitas”. Todavía podemos retroceder veinticuatro horas en el tiempo, Dulce María participó en la visita ‘El pozo de los mártires’, a la cripta de Santa Engracia, reconoce que es la actividad en la que más disfrutó. “Y luego nos fuimos a tomar un café con el arqueólogo, para seguir hablando de los vestigios paleocristianos”, afirma.
No solo arte y patrimonio
San Carlos, San Pablo, la Seo…, pero también estuvo presente en las jornadas ‘San Valero, de par en par’, la caridad de la Iglesia. Sus rostros son muy variados y el grado de vinculación eclesial es gradual. No podía faltar Cáritas Diocesana, que ofreció dos visitas guiadas a sus oficinas generales y a las de la Fundación por la Inclusión. Junto a ellas, las obras sociales de las parroquia de San Antonio y Nuestra Señora del Carmen. Muchos ciudadanos pudieron comprobar el funcionamientos de dos iniciativas asistenciales que, junto a otras cuarenta y cuatro, acompañan anualmente a más de 25.000 personas descartadas por nuestra sociedad.
A lo largo de la historia diocesana, se han creado también instituciones educativas. Para formar profesionalmente, como la fundación canónica San Valero, cuyo presidente Ángel García de Jalón Comet presentó su libro ‘Los orígenes del grupo San Valero. La primera escuela profesional’; o para formar en el tiempo libre y el deporte, como el Stadium Casablanca o el Stadium Venecia.
También se sumaron al programa de Puertas Abiertas, Proyecto Hombre, como gran proyecto diocesano para el tratamiento de las drogodependencias, un campo en el que anualmente se atienden a caso 1500 personas; o la casa-cuna Ainkarén, pionera en Zaragoza para atender a mujeres y bebés que, gracias a su apoyo, han escapado del ‘holocausto’ del aborto. El balance es que, cada año, son más de 400 personas acompañadas en centros de orientación familiar y de ayuda a madres solteras e infancia.
El sentido de una diócesis
Uno de los actos principales, junto a la misa estacional del lunes 29 de enero, celebrada en la catedral del Salvador, la Seo, fue la presentación de la carta ‘Teología y pastoral de la Iglesia particular’, escrita por el arzobispo Vicente Jiménez Zamora, con motivo del VII Centenario de la elevación de la diócesis de Zaragoza a la categoría de sede metropolitana. Esta carta pastoral, de 30 páginas, consta de una breve evocación histórica, una parte central de tipo teológico y una última sección con acentos pastorales concretos. En ella, el Arzobispo exhorta a recuperar la “eclesialidad de la diócesis […], signo e instrumento de salvación”. Además de la reflexión del pastor, también se ha presentado la ‘Memoria de actividades de la Iglesia católica en Zaragoza”, convirtiéndose en la primera diócesis española que da este paso en el camino de la transparencia.