Los Mártires de Argelia. Un signo de PERDÓN y de PAZ,
El pasado 26 de enero el papa Francisco autorizó la promulgación de los decretos que autorizan la beatificación de los llamados «Mártires de Argelia», referidos al martirio de Monseñor Pierre Claverie, de la Orden de los Frailes Predicadores, obispo de Orán, y de 18 compañeros religiosos y religiosas asesinados, en Argelia, desde 1994 a 1996, entre quienes se encuentran los siete monjes cistercienses de la comunidad de Notre-Dame de l’Atlas.
Con este motivo, los cuatro obispos de Argelia emitieron un comunicado en el que manifiestan la alegría de la Iglesia en Argelia ante este anuncio. Y en ese mismo comunicado “como “mártires”, es decir, como “testigos” del amor más grande, el que da la vida por los que ama. La iglesia de Argelia ha querido hacer patente que en esta beatificación se tienen muy presentes a todos los musulmanes mártires en esos años: “Nuestros hermanos y hermanas no aceptarían que los separáramos de aquellos por quienes dieron sus vidas. Ellos son los testigos de una fraternidad sin fronteras, de un amor que no hace diferencias.”… “Incluimos, por tanto, en el mismo homenaje, a todos nuestros hermanos y hermanas argelinos, se cuentan por miles, que tampoco temieron arriesgar sus vidas por permanecer fieles a su fe en Dios, a su país y a su conciencia. De entre ellos, recordamos a los 99 imanes que perdieron la vida por negarse a justificar la violencia. Recordamos a los intelectuales, periodistas, hombres de ciencia o de arte, miembros de las fuerzas del orden, como también a miles de padres y madres de familia, humildes y anónimos, que se negaron a obedecer las órdenes de los grupos armados. Un gran número de niños perdieron también la vida, arrastrados por la misma violencia.”
Y más adelante, en el mismo comunicado, los obispos de Argelia afirman: “Estas beatificaciones son una luz para nuestro presente y para el futuro. Nos dicen que el odio no es la respuesta correcta al odio, que no hay una espiral ineludible de violencia. Quieren ser un paso hacia el perdón y hacia la paz para todos los seres humanos, empezando por Argelia, pero más allá de las fronteras de Argelia. Son una palabra profética para nuestro mundo, para todos los que creen y obran por la convivencia juntos. Y son numerosos, aquí en nuestro país y en todo el mundo, de todas las nacionalidades y de toda religión.”
El Comunicado de los obispos de Argelia, junto con el Testamento del P. Christian de Chergé, ha pasado a formar parte de esos textos que va a ser referencia cada vez que se hable de violencia y perdón, odio y reconciliación,…
Tengo el regalo de vivir en la propia comunidad de Nuestra Señora del Atlas y en compañía del último superviviente de Tibhirine, el P. Jean-Pierre Schumacher y estoy en condiciones de manifestar que el perdón ha estado siempre presente, desde el primer día en nuestro P. Jean-Pierre, lo mismo que en el P. Amedée (+27 julio 2008), en los tres supervivientes que estaban en FEZ en aquellas fechas y ya fallecieron, así como en la comunidad de Ntra. Sra. Del Atlas. Y no solamente el perdón, sino el amor a esta población y a seguir viviendo en el espíritu de Tibhirine, como cristianos en medio del pueblo musulmán que nos acoge.
Al P. Jean-Pierre hay algo que le ha ayudado a perdonar, y es imaginarse el perdón como “una mariposa frágil que, con el batir de sus alas, puede provocar una reacción en el otro extremo del mundo”. Mucho nos ha ayudado a la comunidad a perdonar el propio testamento del P. Christian, prior del monasterio en aquel momento, quien por escrito perdonó a su futuro verdugo: “Al llegar el momento, querría poder tener ese instante de lucidez que me permita pedir perdón a Dios y a mis hermanos en la humanidad, perdonando al mismo tiempo, de todo corazón, a quien me hubiere golpeado.”…” Y a ti también, amigo del último instante, que no sabrás lo que estés haciendo, sí, porque también por ti quiero decir este “gracias” y este a-Dios en cuyo rostro te contemplo. Y que nos sea dado volvernos a encontrar, ladrones colmados de gozo, en el paraíso, si así le place a Dios, Padre nuestro, Padre de ambos. Amén. Inch’Allah!”
El padre Christian de Chergé siempre tuvo presente el perdón. Poco después del asesinato del Hermano Henri Vergès escribía a unos amigos: “En nuestras relaciones cotidianas, tomemos abiertamente el partido del amor, del perdón, de la comunión, contra el odio, la venganza y la violencia.”
En el comunicado de los obispos de Argelia, se recoge el mismo deseo del inicio del testamento del padre Christian de Chergé, de ser asociado a la muerte de tantos inocentes: “Si un día me aconteciera –y podría ser hoy– ser víctima del terrorismo que actualmente parece querer alcanzar a todos los extranjeros que viven en Argelia, quisiera que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia, recordaran que mi vida ha sido donada a Dios y a este país. Que aceptaran que el único Señor de todas las vidas no podría permanecer ajeno a esta muerte brutal. Que rezaran por mí: ¿cómo ser digno de semejante ofrenda? Que supieran asociar esta muerte a muchas otras, igualmente violentas, abandonadas a la indiferencia y el anonimato. Mi vida no vale más que otra. Tampoco vale menos.”
Mons. Paul Desfarges, Arzobispo de Argel, al comentar sobre la próxima Beatificación hace hincapié en que «No debemos olvidar que todo un pueblo ha sido envuelto por una espiral de violencia alimentada por una ideología mortal que desfigura el Islam. Deseamos que con esta beatificación sea un signo de perdón y de paz para todos, porque se trata de hombres y mujeres de paz y perdón que han dado su vida por todos».
Me gustaría comentar un poco de cada uno de estos 19 mártires, para mostrar cómo había un sentimiento común a todos ellos, con respecto a lo que sucedía en Argelia y con su decisión de seguir en el país compartiendo su suerte con sus vecinos musulmanes, con sus familias, compartiendo un diálogo de servicio, amistad y apertura hacia el otro. Sería muy extenso comentar algo, por poco que fuera, de los 19 mártires de Argelia, pero si alguna palabra de cada uno de los 7 hermanos de nuestra comunidad que van a ser beatificados.
El prior Frère Christian de Chergé, nace el 18 de enero de 1937 en Colmar (Aut. Rhin), Francia. Es ordenado sacerdote el 21 de marzo de 1964 y entra en la Trapa de Aiguebelle el 20 de agosto de 1969. Llega a Tibhirine en enero de 1971 donde termina el noviciado y hace la profesión simple. De 1971 a 1973 estudia árabe y islamología en Roma. Cuando vuelve a Argelia, emite sus votos solemnes el 1 de octubre de 1976. El 31 de marzo de 1984 es elegido como prior del monasterio.
Antes de entrar al monasterio, durante su periodo de seminarista, tiene que interrumpir su formación para realizar el servicio militar. Le enviaron durante más de dos años en Argelia, sumida en plena guerra de la independencia. Tiene entonces 23 años. Allí en Argelia tiene un amigo musulmán -Mohamed? que le afectó profundamente a marcaría su vida siendo un motivo de su regreso a Argelia ya de monje. Ocurrió un altercado callejero, en el que su amigo Mohamed le salva la vida. Al día siguiente Mohamed sería violentamente asesinado por haberlo defendido. El P. Christian recordó siempre a Mohamed y lo mencionaba cuando había ocasión. En 1982 escribía: “En la sangre de este amigo asesinado por no haber querido hacer un pacto con el odio, he sabido que mi llamada a seguir a Cristo debía encontrar su expresión de vida, tarde o temprano, en el mismo país donde me había sido dada esta prenda del más grande amor…”
Y en 1989 proponía a Mohammed como modelo de entrega: “Conozco por lo menos a un hermano muy querido, un musulmán convencido que dio la vida por amor a otro de manera concreta, con la sangre derramada. Fue un testimonio innegable, que yo acepto como una oportunidad extraordinaria. Y así, desde entonces, sé que puedo fijar, al final de mi esperanza en la comunión de todos los elegidos con Cristo, a este amigo que vivió hasta en su muerte, el único mandamiento.”
Dos años antes del propio don de su vida, en un sermón del 31 de marzo de 1994, Christian predicaba: “No puedo olvidarme de Mohamed, el cual protegió un día mi vida, poniendo en peligro la suya… y murió asesinado por sus hermanos…”
Este evento es decisivo para su existencia, escucha allí el llamado a unirse a un pueblo, en Argelia. Pocos cristianos y menos aún monjes toman este camino de encuentro espiritual con los musulmanes. Con sus hermanos monjes, Christian de Chergé, se muestra como “orante entre otros orantes”, en medio de vecinos y de amigos musulmanes con lo que comparte el diario vivir.
Frère Luc Dochier nació en 1914 en Bourg?le?Péage (Drôme). Convertido tardíamente al cristianismo. Estudia medicina y después de los estudios de medicina cumple el servicio militar en Marruecos como lugarteniente médico. Entra en la Trapa de Aiguebelle en 1941 y toma el hábito de hermano converso. Durante la Guerra Mundial estuvo de prisionero voluntario en Alemania de 1943 a 1945 sustituyendo a un padre de familia. A los 32 años, en 1946 llega a Nuestra Señora del Atlas (en Tibhirine, Argelia). En plena guerra de Argelia, en 1959 es secuestrado con otro hermano por ALN (Ejército partisano de Liberación Nacional) y son liberados después de dos semanas.
Don Bernardo Olivera, antiguo Abad General Cisterciense (ocso) nos hace una pequeña síntesis sobre su persona: “Era muy conocido en toda la región por su infatigable asistencia médica en su dispensario junto a la puerta del monasterio. Dentro del mismo sobresalía por su humor sapiencial y solemne, y por sus habilidades culinarias… Rara vez revelaba el tesoro que escondía en su corazón.”
En el Diario de Frère Christophe hay una anotación con respecto al día del cumpleaños del Hno. Luc (30 de enero de 1994) algunas de las palabras que Frère Luc dirigió a sus hermanos el día que cumplió sus ochenta años: “Tibhirine ha resistido a la guerra y ha resistido a los terroristas… Es misterioso. Si mi muerte no es violenta, pido que se lea la parábola del hijo pródigo y se diga la Oración de Jesús. Después, que me den un vaso de champaña, si la hay, para decir a?Dios a este mundo… antes del Vino nuevo.”
Frère Luc quería que el día de su entierro le pusiesen una canción de un cassette que el guarda y que le puso a la comunidad el día que celebró sus ochenta años: ‘Non, Je Ne Regrette”’, de Edith Piaf (No, no reniego de nada). Dos años después sería secuestrado y asesinado. En el momento del secuestro tenía 82 años y 50 de permanencia en Argelia.
Frère Christophe Lebreton era el más joven, perteneciente a la generación de la revuelta estudiantil de mayo del 68, contaba entonces 18 años. Nace el 11 de octubre de 1950 en Blois (Loire). Entra en el seminario menor a los 12 años, pero se sale al acabar el liceo. Se inscribe en la facultad de Derecho y opta por el Servicio Civil, que lo cumple en Argelia. Cuando cumple los 24 años (1 noviembre 1974), entra en el monasterio de Tamié y, todavía novicio, parte para Tibhirine. En 1977 prefiere volver a Tamié, donde hace la profesión solemne el 1 de noviembre de 1980. El 8 de octubre de 1987 retorna a N. D. del Atlas y es ordenado sacerdote el 1 de enero de 1990.
Dom Bernardo Olivera dice de él que Era un “escritor infatigable, guitarrista de corazón, poeta a toda hora, siempre del lado de los pobres y marginados”
Un párrafo de su Testamento nos dice mucho de su persona: “Mi cuerpo es para la tierra, pero por favor ninguna protección entre ella y yo. Mi corazón es para la vida, pero por favor nada de retoques entre ella y yo. Mis manos para el trabajo sencillamente se cruzarán. Para el rostro, que quede completamente desnudo para no impedir el beso. Y la mirada dejadla VER.”
Frère Michel Fleury nació en 1944 en Ste. Anne (Loira). Nace el 21 de mayo de 1944 a Ste Anne sur Brivet y hasta los 17 años trabaja en el campo. Estudia en el seminario durante 9 años. Después pasa diez años en el Instituto del Prado (Fundado por el beato Antoine Chevrier), dedicado a la evangelización con los pobres) y permaneció en él trabajando como obrero en Lión, París y Marsella, en estrecho contacto con la inmigración magrebí. Ingresó en el monasterio cisterciense de Bellefontaine en 1980. Profesa en el monasterio de Nuestra Señora del Atlas en 1986, a donde había llegado dos años antes.
Dom Bernardo Olivera lo define como “Hombre de pocas palabras y trabajador oculto e infatigable”. Dejó escrito en una carta fechada el 5 de enero de 1994: “Mártir: es una palabra tan ambigua aquí… Si algo nos pasa, aunque no lo deseo, queremos vivirlo aquí, en solidaridad con todos los argelinos y argelinas que ya han pagado con sus vidas, solidarios solamente con todos estos desconocidos e inocentes… Permanezco profundamente maravillado. ¿Qué nos puede pasar? De caminar hacia el Señor y de sumergirnos en su ternura. Dios es el gran misericordioso y el gran Perdonador. (Carta del mayo 1994)”
Frère Bruno Lemarchand, estaba de superior de la casa anexa de Fez, en Marruecos. En el momento del secuestro se encontraba por algunos días en Tibhirine para la elección del prior. Frère Bruno era un hombre ponderado y profundamente humilde.
Nace el 1 de marzo de 1930 a Saint-Maixent (Deux?Sèvres) pero su infancia transcurrió en Argelia, donde su padre estaba destinado como militar. Terminados los estudios secundarios entra en el seminario mayor de Poitiers. De 1951 a 1953 cumple su servicio militar en Argelia. El 2 de abril de 1956 es ordenado sacerdote. De 1956 a 1980 enseña en el prestigioso colegio Saint Charles de Thouars, donde ejerce de director. Y a los 51 años, en 1981 entra en el monasterio de Bellefontaine, partiendo definitivamente a N.D. de l’Atlas en 1989, donde hace la profesión solemne en 1990. En septiembre de 1991 es nombrado superior de la comunidad de Fez.
En una carta de diciembre de 1995 comentaba su alegría de vivir la vida monástica en tierras del Islam: “Estoy muy feliz con mi vida monástica viviéndola en tierra del Islam. Todo se simplifica: esto es Nazaret con Jesús, María y José… “
Frère Celestin Ringeard, era una persona muy sensible, Dom Bernardo Olivera nos dice de él: “Hombre de gran sensibilidad y de fácil relación interpersonal. No recuerdo haber encontrado jamás un monje con tanta capacidad de comunicación verbal. Amante de la música, organista, era asimismo el cantor de la comunidad.”
Frère Celestin nace el 29 de julio de 1933 a Touvois (Loira Atlantique) y a los 12 años entra en el seminario. De 1957 a 1959 cumple el Servicio Militar en Argelia que le marca toda su vida. Terminado el periodo militar, regresa y es ordenado sacerdote en 1960. Durante 20 años ejerce su ministerio entre los marginados en Nantes. A los 50 años, en julio de 1983 entra en la vida monástica en Bellefontaine y a los tres años parte a Notre Dame de l’Atlas, donde hace la profesión solemne en 1989. En esta Antífona Pascual recogía él su sentimiento: “Oh Jesús, acepto con todo corazón que tu muerte se renueve, se cumpla en mí; yo sé que contigo se asciende desde el descenso al abismo, proclamando al demonio su derrota.”
Fr. Paul Favre-Miville, Fue fontanero hasta adulto. Nació en Vinzier (Haute-Savoie). Trabaja como herrero con su padre y después recibe una formación profesional, convirtiéndose en experto en hidráulica. Era muy hábil en el trabajo manual, era servicial y amigo de todos. Después de la muerte de su madre, a los 45 años, entra en el monasterio de Tamié en 1984. De allí, en 1989 parte a Tibhirine donde profesa solemnemente el día de San Bernardo de 1991.
El 17 de abril de 1939 nace en Vinzier (Haute-Savoie). Después de la muerte de su madre, en 1984, entra en N. D. de Tamié, de allí parte a Thibirine en 1989. Hace la profesión solemne el 20 de agosto de 1991. En 1995 escribía en una carta: “¿Hasta dónde de lejos debemos ir para salvar la piel sin el riesgo de perder la vida? Uno sólo conoce el día y la hora de nuestra liberación total en Él. ¿Qué quedará, unos meses después, de la Iglesia de Argelia, de su visibilidad, de su estructura, de las personas que la componen? Con toda probabilidad poco, poquísimo. Yo creo que la Buena Noticia ha sido sembrada, el grano germinará (…) El Espíritu trabaja, y trabaja en profundidad en el corazón de los hombres. Estemos disponibles para que Él pueda trabajar en nosotros a través de la oración y la presencia amante a todos nuestros hermanos.”
Es un esbozo de lo que eran nuestros siete mártires de Nuestra Señora del Atlas, como muy bien destacan los Obispos de Argelia los nuevos beatos: «son modelos en el camino de la santidad ordinaria, no son héroes, no murieron por una idea o una causa. Simplemente eran miembros de la pequeña Iglesia católica en Argelia que, aun si estaba compuesta principalmente de extranjeros y que con frecuencia se la consideraba extranjera, vivió las consecuencias naturales de su elección para formar parte de este país. Estaba claro para cada uno de sus miembros que cuando amas a alguien no lo dejas en el momento del juicio. Este es el milagro diario de la amistad y la fraternidad. Muchos de nosotros los hemos conocido y hemos vivido con ellos. Hoy sus vidas pertenecen a todos. Ahora nos acompañan como peregrinos de la amistad y la fraternidad universal».
Y recogiendo el sentir de los Obispos de Argelia, podemos afirmar que: “Deseamos que con esta beatificación sea un signo de perdón y de paz para todos, porque se trata de hombres y mujeres de paz y perdón que han dado su vida por todos».
Frère José Luis Navarro
Monje de Notre-Dame de l’Atlas