Gracias por vuestro apoyo

Carlos Escribano Subías
5 de noviembre de 2021

La celebración del Día de la Iglesia Diocesana nos brinda la oportunidad de poner ante nuestra mirada, con profunda gratitud, todos los dones que el Señor nos regala por medio de nuestra madre la Iglesia. Una Iglesia que, en la diócesis, se hace visible y cercana, y que en estos meses de pandemia, que con tanta dureza nos sigue golpeando, quiere seguir mostrando al mundo el rostro misericordioso de Dios. Una Iglesia en la que todos, como miembros de un único cuerpo y unidos a su cabeza que es Cristo, somos absolutamente necesarios e irrepetibles: cada uno, respondiendo a la propia vocación a la que ha sido llamado y participando en la misión única, compartida por todos, de crecer en santidad llevando la luz de Cristo y el amor misericordioso del Padre a todos los rincones de nuestro mundo. Una Iglesia construida con muchas piedras vivas, muchas personas, que viven su pertenencia a la misma con alegría y generosidad haciendo que miles de historias personales, henchidas de fe, muestren el rostro de Jesús misericordioso a tanta gente. 

La Iglesia, siempre cercana a las personas en las distintas situaciones de su vida, necesita la colaboración activa y responsable de todos nosotros para realizar su misión. El lema para la jornada de este año así nos lo recuerda: ‘Somos lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo’. Tu ayuda y tu compromiso construyen esta gran familia que queremos hacer posible entre todos, especialmente en este momento complejo de crisis sanitaria, social y económica que nos toca vivir. Hay algunas iniciativas que ya se están desarrollando en las parroquias, en las comunidades cristianas y en distintas instituciones solidarias cristianas, con el ánimo de dar respuesta a las necesidades y carencias que han surgido en nuestro entorno. A la vez, estamos preparando, con mucha ilusión, nuestro proyecto pastoral y misionero para los próximos años.

Para todo ello necesitamos de tu colaboración personal y también de medios materiales que nos permitan llevar adelante nuestra misión. A nadie le extraña, que aún ateniéndose a criterios de austeridad, la Iglesia necesite disponer de recursos económicos para atender debidamente al culto divino, a las tareas de evangelización, al cumplimiento de sus deberes de solidaridad, al sostenimiento de numerosas obras de educación y a la promoción humana, asistencial y social que tiene a su cargo. Desde la Iglesia podemos contribuir a construir el bien común de la sociedad, pues la puesta en práctica de los valores del Evangelio genera cohesión social, cultura y educación; favorece el desarrollo verdadero de las personas; es fuente de valores como la solidaridad, la justicia y la convivencia pacífica y es además escuela de ciudadanos buenos y honrados. Esto nos pide a todos nuestro compromiso y el hacernos conscientes de la necesidad de nuestra participación. Muchas gracias, de verdad, por vuestro apoyo económico generoso y desinteresado. Vuestras aportaciones voluntarias son la parte más importante del sostenimiento económico de la Iglesia.

Os animo, una vez más, a participar en esta Jornada. Que se convierta para nosotros en un estímulo para convertirnos en una auténtica Iglesia ‘en salida’ que anuncia el Evangelio a nuestra Zaragoza de hoy.

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