El pasado viernes, 26 de enero, se celebró la primera de las Noches Claras de 2018, una cita que intenta ser un momento de encuentro con el Señor, con el obispo diocesano y con los jóvenes, con el propósito de compartir inquietudes, que tiene como escenario el convento de las Claras de Monzón. En esta ocasión, los participantes tuvieron oportunidad de descubrir las realidades y dificultades por las que pasan otros jóvenes en distintas partes del mundo y las múltiples excusas que nosotros mismos nos ponemos para no actuar e intentar conseguir un mundo mejor. Fue un momento de oración y de reflexión, explican desde la Pastoral Juvenil, un momento de enfrentarse con uno mismo al descubrir endurecido nuestro corazón, tan indiferente ante el sufrimiento de los demás. Y así lo escenificaron, al recoger de una gran bola del mundo una cinta con el nombre de un joven de otro país al que tener presente en la oración, así como una vela con la que orar por alguien cercano que necesita ayuda, esperanza, caricia o consuelo.
Fuimos conscientes, señalan, del valor que tiene la vida, pensando en las veces que “no vestimos al desnudo, ni damos de comer al hambriento o de beber al sediento”, o que en demasiadas ocasiones olvidamos a nuestros hermanos, tal como nos recordaba la Palabra de Dios proclamada en esta ocasión. Un joven dio testimonio de las diferentes formas que existen en la diócesis para colaborar y ayudar a los más pobres y desfavorecidos, a la vez que animó a todos los jóvenes presentes a poner ese pequeño granito de arena para intentar hacer de este mundo un lugar más justo y más humano, más al estilo de cómo Dios lo pensó y lo soñó.
El encuentro finalizó con una oración de la madre Teresa de Calcuta y compartiendo un rico chocolate que con tanto cariño preparan las hermanas clarisas cada noche clara. Noche fría, pero Noche Clara, llena de sinceridad y autenticidad, que servirá para hacernos más sensibles a las necesidades de los demás, los lejanos y también los más cercanos. Esperanza en el cambio, compromiso como cristianos…, jóvenes valientes dispuestos a entregar su tiempo al que lo necesite, siempre a la luz del Evangelio y siguiendo el ejemplo de Jesús.
