El arzobispo monseñor Carlos Escribano ha recibido esta mañana de manos del delegado de Defensa en Aragón, el coronel Conrado Cebollero, un diploma de reconocimiento a todos los sacerdotes y religiosas que durante los momentos más duros de la pandemia «atendieron a los enfermos de hospitales y residencias de forma discreta y admirable en medio de condiciones realmente difíciles, llevando a todos la compañía y el consuelo que sus familiares no pudimos darles».
El Arzobispo ha agradecido a los otorgantes del premio esta iniciativa, asegurando que los miembros de la Iglesia siempre van a estar al servicio de las personas en toda circunstancia, de un modo especial cuando llega el sufrimiento.
El acto organizado por la Delegación de Defensa en Aragón, en su XXV aniversario, se ha celebrado en el acuartelamiento de San Fernando, buscando reconocer el «trabajo llevado a cabo por otras muchas personas que han desempeñado actividades esenciales para nuestra sociedad con valentía, abnegación y templanza en un entorno desconocido lleno de peligros, amenazas e incertidumbres».