Iniciamos un nuevo curso pastoral en nuestra Archidiócesis de Zaragoza. A lo largo del verano y con vistas a afrontar este nuevo curso, se hicieron algunos nombramientos. Me gustaría, en primer lugar, destacar el relevo que se ha producido en cinco de las seis vicarías territoriales de nuestra diócesis. Quisiera agradecer el trabajo generoso realizado por los vicarios salientes a lo largo de los últimos años. Y dar también las gracias a los nuevos vicarios episcopales que han asumido con gran disponibilidad este nuevo nombramiento. Os pido que recéis por todos ellos para que el Señor les de sabiduría y buen hacer en las tareas que la Iglesia les encomienda.
También en el mes de agosto se han producido algunos nombramientos en las parroquias. Agradezco de nuevo la generosidad y disponibilidad de todos los implicados y os pido, especialmente desde las comunidades parroquiales, que recemos por ellos y por esta nueva etapa de servicio que comienzan en distintas parroquias.
El nuevo curso que comenzamos sigue marcado, por desgracia, por la pandemia. Es cierto que con la vacunación se han dado pasos firmes a la hora de poder relacionarnos con mayor normalidad, pero habrá que seguir siendo prudentes a la hora de realizar nuestras celebraciones y de programar nuestras actividades propias del curso pastoral. Seguimos elevando nuestras plegarias al Padre pidiendo por los enfermos, fallecidos y sus familias, y por que remita pronto esta dolorosa enfermedad que nos asola.
También este nuevo curso viene marcado por la puesta en marcha de nuestro nuevo Plan Diocesano de Pastoral. La delegación episcopal para la Aplicación y el Seguimiento del Plan Diocesano de Pastoral, en coordinación en el Consejo Diocesano Pastoral y el Consejo Presbiteral, va dando pasos para concretar propuestas que nos ayuden a iluminar con la luz del Evangelio este momento, con la confianza de que el Espíritu nos antecede. Queremos desarrollar este proyecto evangelizador en sintonía con toda la Iglesia, que en el mes de octubre pondrá en marcha el proceso sinodal, a propuesta del papa Francisco, con vistas al Sínodo que se celebrará en octubre de 2023. La sinodalidad y el discernimiento comunitario, entendido como un instrumento pastoral, deben pues marcar nuestro trabajo los próximos meses.
Es mucho el trabajo que tenemos por delante. Complejo y apasionante por igual. En las próximas semanas iremos concretando propuestas e iniciativas que nos ayuden a construir en comunión, a desarrollar nuestro compromiso misionero y a redescubrir nuestra vocación bautismal y toda la fuerza que esta contiene. Santa María del Pilar nos acompaña. ¡Comenzamos!