Sergio Pérez, actualmente párroco de la basílica de Santa María de los Sagrados Corporales de Daroca, ha sido nombrado por el arzobispo de Zaragoza, vicario episcopal de la vicaria rural V. A continuación, incluimos la entrevista que le hemos realizado para que nos adelante cómo se siente y cuáles van a ser sus primeras directrices.
¿Cómo se siente ante el nombramiento?
El Señor no ha dejado nunca de llamarme. Este nombramiento es una nueva llamada del Señor a servirle en su Iglesia. Respondo con ilusión y ganas, pero consciente de mi limitación y debilidad. Estoy profundamente agradecido a Dios, que sostiene mi respuesta con su fidelidad y su misericordia. También a la Iglesia que en nombre de D. Carlos quiere que dé un paso adelante en las tareas de coordinación de la acción evangelizadora de la Diócesis.
¿Qué características definen su vicaría?
La Vicaria V es una de las dos vicarias rurales de la Diócesis. Una vicaría muy extensa en su territorio, con unos 120000 habitantes y con 90 parroquias. Una vicaría rica en expresiones de fe y con una historia repleta de testigos del Señor. En la vicaría hay poblaciones muy grandes como puedan ser Alcañiz o Caspe y otros muchos pueblos pequeños y también poblaciones medianas cercanas a la ciudad de Zaragoza, con lo que conlleva una atención pastoral muy distinta. Quiero agradecer a los anteriores vicarios que han acompañado esta vicaría, especialmente a D. Jesús Arduña que me cede el testigo.
¿De qué manera va a afrontar su nuevo cargo?
Lo primero que tengo que hacer es conocer más y mejor la Vicaría, a sus sacerdotes, a los miembros de vida consagrada y a los agentes de pastoral. Como en otras zonas existen estructuras de coordinación de la acción pastoral que me servirán para situarme y emprender con la ayuda de Dios nuevos proyectos, al hilo de VITA, el nuevo plan pastoral. Creo que es muy importante dar aliento y esperanza e intentar estar cerca de los sacerdotes en su día a día, a veces tan complicado. En esta tarea quiero apoyarme en los arciprestes que también han recibido de la Iglesia una llamada para acompañar a sus hermanos.