Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

¿Plástico? ¡No, por favor!

7 de julio de 2021

“Contaminación por plásticos, ¿hemos cruzado el punto de no retorno?” Este interrogante se hacía el periódico LOS TIEMPOS de Cochabamba el pasado día 2 de julio. La pregunta no iba dirigida a Bolivia, sino a todo el mundo.

“España no llega a tiempo al veto europeo a las pajitas, bastoncillos y cubiertos de plástico de un solo uso. La ley de residuos nacional en la que se recoge la prohibición para frenar la contaminación, que una directiva de la Unión Europea (UE) ordena que entre en vigor este sábado (3 de julio), no estará lista hasta 2022”.[1]

Esta noticia ha pasado ‘de puntillas’ en los telediarios como si no quisieran llamar la atención porque estamos ‘asimilando’ unas leyes ‘urgentes’ y elaboradas a toda prisa por su ‘necesidad y reclamo social’. Con aplausos desbordados incluidos. Lo de la contaminación, a pesar de la pregunta de LOS TIEMPOS, puede esperar. Y no conviene alarmar al personal.

La directiva de la UE de junio de 2019 pedía que, a más tardar el 3 de julio del año 2021, los Estados miembros debían “haber implantado medidas para garantizar que determinados productos de plástico de un solo uso ya no puedan introducirse en el mercado de la UE”. “Se trata de algunos productos para los que existen alternativas asequibles en el mercado: bastoncillos de algodón, cubiertos, platos, pajitas, agitadores de bebidas, palitos de globos de plástico, vasos, recipientes para alimentos y bebidas de poliestireno expandido y todos los productos fabricados con plástico oxodegradable [que se descomponen naturalmente, pero dejan micropartículas tóxicas]”, así lo explica la Comisión de Bruselas. Aunque algunas palabras nos suenen poco o nada, lo importante es que, para sustituir esos productos, “existen alternativas asequibles en el mercado”.

Por desgracia, España no es el único país europeo que ha fallado y que no ha cumplido la directiva de la UE. Hasta la semana pasada, solo 8 de los 27 miembros de la UE habían comunicado a la Comisión que tenían ya aprobadas medidas concretas para aplicar esa norma en su país.

Como este tema no es ‘urgente’ ni ‘reclamado’ por la sociedad, ni tiene que elaborarse ‘deprisa’, el Ministerio de Medio Ambiente sostiene que el retraso en la aprobación de la ley para aplicar la directiva de la UE ha estado motivado por los dos procesos electorales de 2019 y por el procedimiento de tramitación de la ley de residuos. Dice el Ministerio que es un texto muy complejo y con una gran cantidad de disposiciones, además de contemplar varios impuestos nuevos. Y, según detalla el ministerio, la norma ha tenido que someterse a dos procesos de información pública, lo que ha retrasado la tramitación. Otras leyes no tenían tantos inconvenientes, aunque sí una ‘gran trascendencia´’ y ‘mucha urgencia social’. Por eso no necesitaron tanto estudio y tramitación. No necesitamos enumerarlas. Son de todos conocidas.

Pero, volvamos al periódico LOS TIEMPOS y su información. El plástico impregna el planeta: está en los desiertos, profundidades marinas, cumbres montañosas y el Ártico. En 2016, las estimaciones de las emisiones globales de plástico a lagos, ríos y océanos del mundo oscilaban entre 9 y 23 millones de toneladas métricas al año y, si las cosas no cambian, se espera que para 2025 estas estimaciones se dupliquen. A pesar de la creciente concienciación en los últimos años, las emisiones siguen creciendo.

Frente a este panorama, un estudio internacional realizado por investigadores de Suecia, Noruega y Alemania y publicado el 2 de julio en la revista Science, advierte que los índices actuales de uso y abuso de plástico mundiales pueden desencadenar «efectos que no podremos revertir». Esta es una «motivación convincente» para tomar medidas concretas y necesarias para reducir fuertemente las emisiones de plástico a la naturaleza, al medio ambiente. Esta es «la respuesta política más racional».

Pero, claro, el plástico está profundamente arraigado en nuestra sociedad, entre nosoros, en nuestro vivir diario y se filtra al medio ambiente en todas partes, porque todos consumimos, y no poco. Como consumidores creemos que, si separamos adecuadamente nuestra basura de plástico, se reciclará por arte de magia, pero tecnológicamente el reciclaje del plástico tiene muchas limitaciones para que ´pueda ser total. De ahí que los países que tienen buenas infraestructuras de reciclaje han estado exportando sus residuos de plástico a países con peores instalaciones. ‘Favor’ que no podía faltar en nuestro mundo tan progresista y con tan poca ‘amistad social’ (Francisco).

El problema del plástico que consumimos irresponsablemente es, por tanto, medioambiental, político, económico y «contaminante poco reversible». Pero, sobre todo, se ha convertido ya en un problema moral al que todos, especialmente los que vivimos en países enriquecidos, estamos obligados a responder en conciencia, aceptando y practicando, por ejemplo, algo tan sencillo como que una botella menos de plástico que consumo es una gota menos en el mar de plástico mundial. Y no al revés: lo que yo consumo de plástico, si lo reduzco, no va a influir para nada en la solución del problema. ¿Estás seguro?


[1] MANUEL PLANELLES |BERNARDO DE MIGUEL. El País. Madrid – 03 JUL 2021. Las afirmaciones sobre España las he recogido de este artículo.

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