La fiesta del Corpus Christi pone ante la fe del creyente el misterio del amor más grande: Cristo, el Señor, se sigue dando plenamente para darnos vida. Por eso la Iglesia acoge el don de la eucaristía con veneración, alegría, respeto y compromiso de vida. Las palabras de Jesús en la última cena, “haced esto en memoria mía”, siguen hoy resonando en nuestras vidas. La Iglesia sigue celebrando la eucaristía en todos los confines del mundo y sigue proponiendo a los creyentes y personas de buena voluntad, la importancia que tiene el seguir dando la vida por los demás, como Cristo nos enseñó.
Una expresión de esa donación de la vida a favor de los demás, y en especial de los más pobres, nos la concreta Cáritas. Este año en el que la pandemia ha generado tanto sufrimiento en nuestra sociedad y que la crisis sanitaria ha dado lugar a una crisis económica y social sin precedentes en nuestro país, el papel de Cáritas ha resultado fundamental. Desde el principio Cáritas ha dado respuesta a los más necesitados y nos invita a seguir reflexionando sobre esta situación tan dura e injusta y nos invita a comprometernos y a ayudar a los demás.
Este año Cáritas, en el día del Corpus, nos invita a que “seamos más pueblo”. En el sentido de que lo que ocurre a nuestros vecinos, cercanos o lejanos, nos incumbe. Todos somos responsables de todos y lo que acontece a cualquiera de nuestros “prójimos” nos importa de verdad. Lo hemos podido constatar en estos meses llenos de dificultades en los que ha sido mucho el trabajo realizado por la gente de Cáritas, que hay que agradecer. Trabajo desarrollado por voluntarios, directivos y contratados en la atención a las personas y en la gestión de recursos. Gracias por vuestra cercanía con tantas personas que desde el sufrimiento se han visto acogidas y acompañadas por vuestro esfuerzo y generosidad. Gracias por convertiros en testigos del evangelio de la caridad dentro de la comunidad cristiana, como nos recuerda el papa Francisco: “Quien vive la misión de Cáritas no es un simple agente, sino un testigo de Cristo. Una persona que busca a Cristo y se deja buscar por Cristo; una persona que ama con el espíritu de Cristo, el espíritu de la gratuidad, el espíritu del don. Todas nuestras estrategias y planificaciones permanecen vacías si no llevamos este amor en nosotros. No nuestro amor, sino el suyo. O mejor aún, nuestro amor purificado y fortalecido por el suyo. Y así se puede servir a todos y preparar la mesa para todos”. (Francisco, Homilía en la apertura de XX Asamblea de Cáritas Internacionalis, 12-5-2015).
Tras todo ese compromiso y trabajo están las comunidades cristianas, tantos hombres y mujeres anónimos que respondéis con vuestro interés y preocupación, con vuestra oración y vuestra generosa colaboración como socios y donantes. ¡Muchas gracias a todos!