Más de un año después del inicio de la pandemia, el sacerdote Florián Cuenca envía esta carta desde Cochabamba (Bolivia), donde se encuentra la misión de la Diócesis de Tarazona. La situación allí, lejos de mejorar, ha empeorado.
Queridos amigos:
Sin deprimirnos y de forma creativa estamos pasando los malos tiempos de la pandemia. Estos momentos son los peores desde que comenzó. Hay muchos contagios y bastantes muertes. Llevamos dos sábados y domingos recluidos en casa sin salir a nada.
Las primeras comuniones y confirmaciones las hemos tenido que cambiar de fecha y no sabemos cuándo las podremos celebrar ya que depende de cuándo van a permitir salir de casa los sábados y domingos.
En las guarderías las educadoras siguen en contacto con los niños de manera virtual, pero de una manera muy creativa. Cada quince días se entrevistan con los niños y aprovechamos para conocer la situación por la que pasa cada familia para tratar de atender a las que viven en peor situación. Coincidiendo con la entrevista del niño o de la niña se da a los padres, cada quince días, una bolsa de alimentos o de productos de limpieza. La gran mayoría están viviendo al día con muy escasos recursos. Muchos no comen más que una sopa de verduras con un poco de pollo cuando lo tienen. Las familias que atendemos en las guarderías y en lo que, hasta ahora era comedor y atención extraescolar, y que hemos visitado, viven en uno o dos cuartos pequeños en que hay alguna cama, pero no tienen mesas ni sillas, una pequeña cocina de gas sin horno y un viejo armario.
La situación socioeconómica ha empeorado muchísimo. Han aumentado los problemas sicológicos incluso en los niños. Sin embargo, siguen viviendo con alegría, sin quejas y celebrando todo lo que se puede celebrar: día del niño, día del maestro, día del padre y, sobretodo, día de la madre.
El día de la madre, como del padre, hemos aprovechado para dar bolsas de alimentos también a los de la tercera edad, muy necesitados también.
No todo son noticias tristes: hemos tenido la gracia de celebrar los votos perpetuos de dos religiosas de la comunidad del Amor de Dios que están en la parroquia.
Pedimos que recéis por los que aquí estamos y por todas las persona que necesitan de nuestra ayuda.
Florián Cuenca.
Sacerdote diocesano en Cochabamba
