Sor María Antonia Ruíz. Monja agustina. Recuerdos compartidos

Diócesis de Teruel y Albarracín
20 de abril de 2021

Se fue de madrugada. El quince de abril. Su alma voló hacia Dios, con perfumes de Pascua y primavera. Al día siguiente, en su monasterio agustino de Rubielos de Mora, dejamos su cuerpo hasta la resurrección. Marchó con la lámpara encendida. Santificada en el claustro. Y… triturada por la enfermedad en los últimos años.

Sor María Antonia era riojana. De Calahorra. Es la primera formada por Madre Gema. Luego, llegaron otras. Forman la actual comunidad. Todas, igualmente, con corazones enamorados. Austeras. Serviciales. Monjas eficaces desde su silencio contemplativo. Sin ruidos. Así es como vivió y marchó nuestra hermana. Y dio mucho fruto.

Fue persona alegre. Su mirada escudriñaba, desprendiendo paz. Trabajadora. Fiel en los encargos comunitarios. Orante. Feliz.

No fue monja de amén, sino de convicciones. Mujer agradecida. En el último agosto, ya limitada, quiso bajar para recibir los alimentos que como cada año se les lleva desde las parroquias que atiendo. Le costaba andar. Pero estuvo presente desprendiendo gratitudes.

Se ha ido rodeada del cariño de sus hermanas agustinas. Muchos días de atención continuada a su persona. Evangelio, sin más. Quedan cinco. Pero es una comunidad con esperanza. Y bien atendidas por su capellán. Son únicas en éstas porciones de la iglesia diocesana.

Nos deja buen recuerdo. Supo vivir como debía. Y fue consciente de su desgaste y deterioro físicos. Se dejó ayudar. Nuestro Padre S. Agustín le habrá dado un abrazo grande al llevarla ante Dios misericordioso. Y allí, también, seguirá intercediendo por nosotros.

Jesús Mateo Guillén Caminreal
Adscrito a la Orden de S. Agustín

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