Cuaresma, camino de conversión

Carlos Escribano Subías
19 de febrero de 2021

Comenzamos este tiempo de gracia para convertir nuestro corazón al Señor. La Cuaresma es un tiempo singular en el año cristiano, que nos ayuda a prepararnos para acoger el misterio de la Resurrección de Cristo. Es cierto que las circunstancias que estamos viviendo, debido a la dureza de la pandemia, pueden descentrarnos y casi hacernos perder la noción del tiempo en que vivimos. Ya el año pasado, en mitad de la Cuaresma, fuimos confinados y ello repercutió en la celebración de la misma y de la Semana Santa.

Este año nos vuelve a tocar vivir este tiempo de conversión, con las restricciones propias de la crisis sanitaria provocada por la Covid-19. Y nos toca de nuevo preparar una Semana Santa diferente, en la que nuestras hermandades y cofradías no podrán salir a procesionar por nuestras calles, en pueblos y ciudades, y no podrán proponernos con belleza y profundidad, los momentos centrales de la Pasión y Resurrección de Cristo. Sin embargo, somos conscientes de que estamos ante un Misterio tan grande, que nos sentimos superados y que necesitamos la adecuada preparación para poder comprenderlo y asimilarlo; por ello nos introducimos en este camino de conversión. 

En este contexto, el papa Francisco nos invita en su mensaje para la Cuaresma de este año, a vivir este tiempo con intensidad: “El ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18), son las condiciones y la expresión de nuestra conversión. La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante”. En definitiva, se trata, a lo largo de estas semanas, de fortalecer nuestra fe, esperanza y caridad, siguiendo el camino cuaresmal.

Fortalecer la fe, pues la Cuaresma es un tiempo para creer; para ayunar de todo aquello que está distorsionando la imagen de Dios en nuestra vida. Cultivar la esperanza, aunque en tiempo de pandemia podría parecer una provocación; pero a pesar de las adversidades y de nuestro pecado, Dios nos sigue buscando para reconciliarnos con él. Ello nos ofrece una magnífica pauta para este tiempo cuaresmal: ser nosotros signos de esperanza para los demás con nuestros actos y actitudes. Y por último, vivir una Cuaresma abriendo nuestro corazón a los que más sufren (tantos están tan cerca), saliendo de nosotros mismos y buscando su bien. En definitiva, anticipando en nosotros el misterio de la donación total que Cristo nos mostrará en su Pasión.

Os animo a vivir estas semanas muy cerca del Señor y preparar con intensidad el Triduo Pascual. ¡Santa Cuaresma a todos!

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