La Iglesia autoriza la imposición de la ceniza sin renunciar a la seguridad

Iglesia en Aragón
17 de febrero de 2021

Para poder respetar las medidas sanitarias de seguridad y evitar el contagio de la Covid-19, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha modificado el rito del Miércoles de Ceniza adaptándose a este tiempo de pandemia.

Pronunciada la oración de bendición de las cenizas y después de asperjarlas, sin decir nada, con el agua bendita, el sacerdote se dirigirá a los presentes, diciendo una sola vez y para todos los fieles, la fórmula del Misal Romano: “Convertíos y creed en el Evangelio», o bien: “Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás».

Después, el sacerdote se limpiará las manos y se pondrá la mascarilla para proteger la nariz y la boca. Posteriormente, impondrá la ceniza a cuantos se acerquen a él o, si es oportuno, en función del sitio, se acercará a los fieles que estén de pie, permaneciendo en su lugar. 

Asimismo, el sacerdote tomará la ceniza y la dejará caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada. 

La nota, firmada por  el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y monseñor Arthur Roche, arzobispo secretario, despeja las dudas que habían surgido sobre si este año sería posible llevar a cabo la imposición de la ceniza.

UN SACRAMENTAL

La ceniza recuerda que Dios formó al hombre con polvo de la tierra (Gen 2,7), a la que volveremos (Gn 3,19). En Job (Jb 42,6) la ceniza simboliza dolor y penitencia. La ceniza nos recuerda la fragilidad de esta vida.

El antiguo rito oriental empleaba la ceniza, resto de una combustión, para significar la fugacidad de la vida. Actualmente las cenizas se obtienen al quemar las palmas (en general de olivo) que se bendijeron el anterior Domingo de Ramos.

La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar en la misa del Miércoles de Ceniza, después de la homilía. En circunstancias especiales, por ejemplo, cuando no hay sacerdote, se puede hacer sin misa, pero siempre dentro de una celebración de la Palabra.

Las cenizas son un sacramental, es decir, un signo que prepara para recibir la gracia y dispone a cooperar con ella. Junto a ese signo, los católicos viven el ayuno y la abstinencia el Miércoles de Ceniza.

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