“Dios se eleva y se abaja”. Se eleva para levantarnos y se abaja para abrazarnos.

Raúl Romero López
15 de febrero de 2021

Salmo 113

¡Aleluya!

Alabad, siervos del Señor,

alabad el nombre del Señor.

2 Bendito sea el nombre del Señor,

ahora y por siempre:

3 de la salida del sol hasta su ocaso,

alabado sea el nombre del Señor.

4 El Señor se eleva sobre todos los pueblos,

su gloria sobre los cielos.

5 ¿Quién como el Señor, Dios nuestro,

que se eleva en su trono,

6 y se abaja para mirar

al cielo y a la tierra?

7 Levanta del polvo al desvalido,

alza de la basura al pobre,

8 para sentarlo con los príncipes,

los príncipes de su pueblo;

9 a la estéril le da un puesto en la casa,

como madre feliz de hijos.

¡Aleluya!

INTRODUCCIÓN

Con este salmo se inicia una colección de seis poemas (113-118) que la tradición rabínica denomina Hallet. Se cantaban especialmente en la Cena Pascual, de una manera ruidosa más que melodiosa. Y es que el entusiasmo era tan grande que los cantores enronquecían sus gargantas y sus voces hacían retumbar las casas. “La Pascua es sabrosa” y como el salmo sabe conjugar muy bien en Dios su Trascendencia y su Inmanencia, es decir, su infinita grandeza que supera los límites del Universo y su cercanía con los hombres, especialmente los más pobres y abandonados. Y es precisamente en esta proximidad con lo débil de la historia humana donde manifiesta su gloria. ¿Cómo no confiar en un Dios que, siendo tan grande y estando tan alto, ha querido ponerse al nivel de los más humildes de la sociedad?

REFREXIÓN SOBRE LOS ASPECTOS ESENCIALES DEL SALMO

Sólo el hombre que se olvida de sí mismo está capacitado para acordarse de Dios, alabarlo y darle gracias (v.1).

El salmo comienza con un grito al principio “Aleluya” y otro final. Se trata de un grito ruidoso. Aquí se percibe el júbilo, el entusiasmo, el estremecimiento que algunos judíos de fe recia sentían por dentro y lo expresaban con su voz ruidosa. Hubo un tiempo en nuestras Iglesias Cristianas en el que el “amén” que pronunciaba el pueblo tras las palabras del sacerdote en la eucaristía: “Por él, con él y en él…” resonaba tan fuerte que retumbaban las paredes del templo como si se tratara de un trueno. La invitación se hace a los israelitas piadosos, especialmente a los levitas y los sacerdotes, a quienes corresponde el título de “servidores de Yavé”. No cantan estas cosas los que se alaban a sí mismos. Sólo pueden cantar con sinceridad aleluya aquellos que han hecho de sus vidas un servicio desinteresado para Dios. El objeto directo de la alabanza es el Nombre de Yavé, es decir, la persona divina con su intimidad y su misterio.

Cuando uno tiene una fuerte experiencia religiosa, Dios le desborda por todas partes. Al querer expresarse, las palabras se le quedan cortas. Únicamente le llena y satisface la alabanza (v. 2-3)

El salmista quiere dar a Dios una alabanza total; por lo tanto deberá abarcar el tiempo y el espacio. El tiempo no se limita a un instante, a un ahora, sino que se prolonga por siempre.

La lámpara de la adoración y la alabanza no puede apagarse jamás; deberá permanecer siempre encendida, siempre en vela. “De la salida del sol hasta el ocaso”. Es una fórmula de totalidad que quiere abarcar todo el espacio. Podría haber dicho de norte a sur, pero ha querido recorrer el curso del sol, como en el salmo 19. El sol, cuando ha hecho su recorrido, descansa en brazos de la noche. Aquí el salmista, en el silencio, el sosiego, la intimidad y el misterio, continúa su alabanza.

Dios sólo se eleva para elevarnos, para enaltecernos (v. 4).

El primer motivo de alabanza es la grandeza de Dios que se manifiesta en la creación y en la historia. En la creación porque tiene su residencia muy alta, por encima de astros y dioses. Allá en la altura ha puesto su morada y desde allí domina el universo.

También manifiesta su grandeza en la historia. Él gobierna las naciones. Éstas, en su presencia, son como la nada. “Las naciones son como gotas de agua en un cubo, como granos de arena en la balanza; los pueblos lejanos como polvo que se agita” (Is 40,15).

Este gobierno sobre los pueblos ya lo ha ejercido liberando a Israel de la opresión de Egipto y haciendo retornar a los exiliados en Babilonia.

El mismo Dios que se eleva, se abaja. No se eleva para quedarse en las alturas (5-6)

El salmista juega con un expresivo contraste. Este Dios está en lo más alto. Él tiene que inclinarse no sólo para ver la tierra sino también para ver los astros que dominan al hombre con su altura prodigiosa. “Dios ve la cabeza de las estrellas” (Job 22,12).

Pues bien, a pesar de su altura, Dios se abaja para mirar el cielo y la tierra. ¿Sólo para mirar? Su bajada es para elevar al hombre a lo más alto. ¡Incomparable condescendencia de Dios!

“Es el misterio de Dios que, a pesar de su trascendencia conserva intacta su libertad de amar, que para él es su recreo; de estar no sólo en los sitios muy altos sino en los más profundos; de ser grande y, al mismo tiempo, pequeño; de ser en sí mismo y para los demás. Absoluto y perfecto en el orden de su Santidad; y en el orden del amor, inclinado hacia el hombre para comunicarse con él” (K. Barth).

Esta condescendencia de Dios encontrará su punto culminante en la Encarnación del Verbo. “Éste es el gran milagro: que Dios sea hombre y que el primero se haga el último” (San Buenaventura).

Para Dios, es una desgracia ser rico y una gracia ser pobre (v. 7-8)

¿Quién es el pobre? ¿Quién es el desvalido? Es el anawin, el pobre de Yavé. No tiene bienes económicos, ni fuerza social, ni amigos, ni defensores ante el rey, ni apoyo de nadie. El pobre de Yavé es rechazado por la sociedad, despreciado, ridiculizado.

En Israel se vende por un par de sandalias (Am 2,6). El pobre, obligado por su miseria, empujado por las circunstancias, se vuelve hacia Yavé. La pobreza se convierte en ocasión de fe, de confianza en Dios. Sólo busca salvación en él. El pobre de Yavé sólo tiene a Yavé. ¡Nada más! y ¡Nada menos!

A este pobre Dios lo levanta de la basura. La basura en Oriente se amontonaba junto a una de las puertas de la ciudad. Allí se ponían los mendigos a pedir limosna.

Yavé eleva a los de baja condición y los llena de honores en medio de los nobles y de las personas de prestigio. Extraña y maravillosa forma de actuar de Dios, nuestro Dios, que ya impresionó a Ana, la madre de Samuel y la hizo prorrumpir en un cántico parecido a éste (1Sam 2,1-10).

Dios hace fecunda a la misma esterilidad (v.9).

En el mundo antiguo la esterilidad se consideraba como un oprobio. El salmista alaba a Dios que da una morada a la estéril, es decir, que le da la posibilidad de vivir en su hogar una vida conyugal y la bendice con hijos. De este modo Dios levanta a la mujer que está humillada.

¿Se agota el sentido en esta figura individual y típica? Isaías nos invita a ensanchar el sentido del texto: “Canta de alegría, estéril, tú que no dabas a luz, rompe a cantar de júbilo, tú que no conocías los dolores de parto, porque serán más los hijos de la abandonada que los hijos de la casada, dice el Señor” (Is 54,1).

El pobre y desvalido es el pueblo judío sometido y explotado, la estéril es la comunidad disminuida. Dios se fija en ellos para cambiar su suerte.

“Los temas revisten una cierta coloración nacional. El caso individual aislado no interesa como tal, sino solamente en cuanto resulta ser la expresión general de los hijos de Israel en la humillación del exilio” (E. Beaucamp).

El Dios de la fe es un Dios abajado al nivel humano. El hombre religioso siempre quiere un Dios alto, bien subido en la peana, pero el Dios de la fe cristiana es un Dios que se pone al nivel de la historia humana.

La historia de los hombres, por pobre y herida que sea, no es cosa ajena a Dios. Al Padre no le son indiferentes las lágrimas de los tristes, la opresión de los desvalidos, los silencios de los que no tienen cauce para dejarse oír. Al Dios que se interesa por nosotros ora el pueblo que reza el salterio. Al Padre que ha entregado a su Hijo por los hombres, ora incesantemente la Iglesia.

Dios no se quita gloria rebajándose. Al contrario, porque Jesús se rebajó hasta la muerte y una muerte de cruz, Dios lo levantó y le dio un nombre sobre todo nombre (Fil 2,9-10).

Al hombre de fe le debe tirar lo pobre, lo humilde, lo sencillo. Nunca es el hombre más grande que cuando está de rodillas: ante Dios y ante los hermanos en una actitud de servicio desinteresado. Un servicio sin amor esclaviza. Un servicio por amor hace hombres libres.

TRASPOSICIÓN CRISTIANA

Dios manifestó su condescendencia en la Encarnación: “se hizo hombre” y asumió todas nuestras limitaciones.

José Bortolini: “La Encarnación de Jesús viene a culminar este salmo. En la carta a los filipenses (2,6-11) muestra Pablo cómo tuvo lugar. El mismo Hijo de Dios “bajó” a nuestra realidad y la vivió plena e intensamente. María cantó la radical transformación que Dios obró en ella. (Lc. 1,46-55). Jesús se mezcló con pecadores y marginados. (Mt. 9,9-13; Lc. 15,1ss). No sólo sacó de la exclusión a los marginados (pobres, enfermos, mujeres); fue más allá, liberando a la gente de unas cadenas aparentemente irreversibles, como es el caso de la muerte”

(J. 13): “Jesús, antes de morir, lavó los pies a sus discípulos. Se puso de rodillas ante el hombre”.

Beaucamp: “Desde las cumbres inaccesibles, desde donde Yavé ejerce su autoridad suprema, Yavé llegará incluso a las realidades ínfimas de la creación: es tan grande que no hay nada pequeño para él”

San Gregorio Magno: “Sólo quien ama de verdad a Dios no se acuerda de sí mismo”.

San Bernardo: “Puedes salvarte sin la virginidad, pero no sin la humildad. Puede agradar la humildad que llora la virginidad perdida; mas sin humildad (me atrevo a decirlo), ni aun la virginidad de María hubiera agradado a Dios”.

Juan Pablo I, (Aloc. 6-09-78): “Me expongo a decir un despropósito, pero lo digo: el Señor ama tanto la humildad que, a veces, permite pecados graves. ¿Para qué? Para que aquellos que han cometido estos pecados, después de arrepentidos, se mantengan humildes”.

ACTUALIDAD DEL SALMO

Un tema muy actual es el del feminismo. Este salmo es muy feminista. Dice: “A la mujer estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos.”. En aquella cultura, la mujer estéril se consideraba maldecida por Dios. Sin la corona de los hijos era humillada y repudiada en la familia y en el clan. El sexo estéril no es origen de vida, sino que está yerto como un sepulcro. La mirada de Yavé se detiene en ese seno y lo convierte en fuente de vida.

También conviene saber el papel que jugaba la esposa-madre. Durante las comidas tenía que estar de “pie” para servir a su marido y a sus hijos varones. Pero en el salmo aparece Yavé Dios haciendo fecunda a la mujer y poniéndola al mismo nivel del hombre (es decir, “sentada”). La mujer ha recuperado en un instante, toda su dignidad.

Jesús, en la línea del salmo, la defenderá, la elevará a categoría de poder escuchar la palabra de Dios, (María de Betania), la liberará del tabú de la sangre (Hemorroísa), la aceptará entre sus discípulas (Lc. 8) y la constituirá en primera evangelizadora al ser enviada a darles a los discípulos y a Pedro la gran noticia de la Resurrección de Jesús. 

PREGUNTAS

1.- Dios es condescendiente. ¿Sé yo ponerme al nivel de las personas que están debajo de mí?

2. En mi grupo cristiano, ¿vivimos a gusto? ¿Nos servimos unos a otros por amor? ¿Sabemos estar más cerca de los más pequeños?

3. En el mundo hay mucha gente que le encanta ser más que los demás. Como cristiano, ¿me gusta ponerme al lado de los más pobres, menos dotados, más indefensos?

ORACIÓN

“Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre”

Bendecir significa decir-bien, hablar bien de una persona, alabarle, rendirle honores. Yo quiero bendecir al Señor. Nadie me ha tratado como él. Nadie me ha favorecido como él. Por eso la alabanza me brota del corazón.

Pero yo, Señor, no quiero alabarte a ratos, de una manera intermitente. Tú mereces una alabanza continua. Para eso necesito poner mi alabanza en el corazón. El corazón siempre está activo, siempre golpea: de día y de noche.

Haz que cada latido de mi corazón sea un acto de adoración y glorificación. Y esto aunque yo esté distraído o dormido. Yo duermo, pero mi corazón está en vela. Pero ¿y cuándo yo muera? Cesará elcorazón de latir, pero no de amar. Cesará el corazón de golpear,pero no de alabar. Mi alabanza continúa ahora y por siempre.

“¿Quién como el Señor que se eleva… y abaja?”

Señor, yo quiero darte gracias por ser como eres. Eres, al mismo tiempo, alto y bajo; grande y pequeño; te elevas y te abajas. Tú eres grande para engrandecernos; eres rico para enriquecernos; eres alto, para enaltecernos. Todo lo que tienes es para darlo.

Reconozco, Señor, que me gusta subir, ocupar los primeros puestos, estar en el candelero, sentir la admiración de todos. Haz que aprenda a bajar, a sentirme cómodo con los demás, a no ser más que nadie, a ponerme al nivel de los más humildes.

“A la estéril le da un puesto en su casa”

Estéril no es sólo la mujer infecunda. Estéril es toda persona que no se realiza; que se siente vacía y decepcionada; que palpa día a día su frustración.

Yo, Señor, te ruego por todas esas personas. Haz que cada una de ellas descubra su tarea, su misión en la vida, su puesto en la gran casa del mundo.

Haz que cada uno de nosotros nos sintamos centrados en nuestra vida personal, familiar y social. Haz que vivamos contentos con nosotros mismos. Y, sobre todo, haz que nuestras vidas te sean agradables a ti, Señor.

ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA

Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud, en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén

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