Recién estrenado el nuevo año, estoy convencido de que en el corazón de todos está el deseo de que el 2021 sea mejor que el 2020 que tanto sufrimiento nos ha generado. Seguro que en nuestras oraciones de principio de año y confiando en la protección de la Virgen del Pilar, así lo hemos pedido con confianza.
Las celebraciones de este tiempo litúrgico de la Navidad se van sucediendo. Así el seis de enero nos presenta la solemnidad de la Epifanía, que los pequeños de nuestras familias viven con singular ilusión. Vienen los Reyes Magos a nuestros hogares, momento en el que la alegría, la sorpresa y la gratitud hacen que, al menos por unos momentos, nuestras preocupaciones y sinsabores se amortigüen un poco. Con los regalos que intercambiamos en estas fechas intentamos aportar algo de nosotros mismos. Deseamos que aquellos que los reciben se llenen de alegría y les sean útiles o, cuando menos, les recuerden sencillamente nuestra cercanía, cariño y amistad. Esta preciosa tradición popular, tiene sus raíces en los relatos bíblicos de san Mateo, en los que los Magos de Oriente ofrecen al Niño Dios ricos presentes cargados de simbolismo. Regalos que el sentir popular convierte en preciosa tradición que inunda de gozo e ilusión, cada año, la madrugada del seis de enero.
Aquellos hombres se pusieron en camino, fueron peregrinos y se dejaron guiar por aquella estrella aparecida en el cielo, a pesar de las tinieblas que pudiesen existir. Este año, fruto de la dolorosa pandemia, quizá entendamos de un modo nuevo lo que esto significa. También nosotros necesitamos divisar esa estrella que llena nuestro corazón de alegría y, hoy más que nunca, nuestra vida de esperanza. Y nos puede ocurrir como a ellos: junto al Niño abrirán sus cofres para ofrecerle sus presentes, pero no son ellos los que halagan al Señor; al contrario, es el Señor quien les agasaja, pues son ellos los que salen auténticamente obsequiados. Acogen el mejor regalo que se puede recibir: la presencia del Señor en sus vidas que se convierte en un acontecimiento que hace cobrar un nuevo sentido a su existencia. Si, una presencia, que nos llena de esperanza. ¡Él es el mejor regalo!
Es hermoso ver como expresa san Mateo la novedad de lo que allí ocurre: los Magos regresaron por otro camino. No se refiere tan solo al retorno físico por una ruta distinta a la que habían llegado. Va más allá: el nuevo camino hace referencia a una “nueva creación” que acontece en el corazón de aquellos hombres por haberse encontrado con Cristo, en su búsqueda sincera de la verdad. Las tinieblas se disipan y se llenan de una alegría que perdura por los siglos.
Os animo a vivir con intensidad la solemnidad de la Epifanía y la popular fiesta de los Reyes Magos. ¡Que descubramos y hagamos descubrir que solo Jesús es el único regalo que puede colmarnos de esperanza!